29/05/2023
 Actualizado a 29/05/2023
Guardar
En esta pasada semana desenfrenada, tuvo lugar un derecho poco valorado en la sociedad,el voto. El pasado domingo, infinidad de personas decidieron aplicar su impugnable deber de decisión sobre los que desean gobernar cada ciudad, municipio o comunidad autónoma.

Ante tal motivo, no soy quien para criticar un derecho recogido en la antiquísima constitución. Sin embargo, se me plantea una controversia sobre a idea del voto y la democracia.

No quiero que se me malinterprete, no estoy en contra de esta ni de los derechos que merecemos las personas. Simplemente,no logro entender cómo a pesar de ser tan civilizados, tan capaces de decidir quién podría gobernar, existe tanta pobreza y guerra aunando cada país.

No culpo a ningún frente político, pero aquí mismo, en mi querida ciudad natal (León), solo veo luces en calles vacías y vagabundos bajo destellos de bienvenida que iluminan fiestas y celebraciones.

Una noche invernal, caminando por una de las calles más concurridas de León, llena de coches y movimiento ruidoso, vislumbré bajo las preciosas luces de Navidad que tanto adornan nuestra ciudad, a un pobre hombre sentado, pidiendo un poco de comida para alimentarse. Esta triste escena, caló en mis adentros y a pesar de que seguí caminando, supe entender que, al igual que se enmascaran caras tristes con sonrisas forzadas, se adormece a una población con materialismos socializados.

Tales circunstancias no son indiferentes en el resto de ciudades e incluso países. Con esta pequeña reflexión solo trato de mostrar que aquello que decidimos escoger trae consecuencias que pueden cambiarlo todo.

Los partidos políticos no son lo mío, y no pretendo hablar de política. Por el contrario, defiendo y defenderé una igualdad genuina entre seres vivos y humanos. Jamás estaré a favor de las guerras o el maltrato justificado por quienes se creen superiores a otros. Quien abusa del débil, se convierte en el problema. Pues no existen débiles o fuertes, solo seres tratando de sobrevivir en un mundo casi imposible.

A veces, solo se necesita pararse a respirar hondo y observar con detenimiento aquello que nos rodea, porque eso nos enseña a empatizar con el entorno que nos acoge, pues este es la clave de nuestra vida y de aquellos que queremos en ella.

Ojalá que los votos que tanto trabajo han costado lograr,no decaigan en un sueño olvidado y que cada paso que damos por un mundo mejor, no sea en vano.

Ojalá que el odio no abuse de su poder, a veces, en manos de un individuo desorientado y enardecido por el dolor de ver muerte y hambrunas en la mirada de quien amó por su condición.
Lo más leído