Voto de soltería

Por Saturnino Alonso Requejo

Saturnino Alonso Requejo
15/01/2023
 Actualizado a 15/01/2023
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Andaba por Remolina un puñado de mozos bien plantados, de esos que llaman «de palanca arriba». Eran inseparables en las duras y en las maduras, y más firmes que los cuatro pegollos de un hórreo. Eran ellos:
ISAZ, el del tío Periquín.
JUANITO, el del tío Milio.
PACO, el del tío Eugenio.
CANO, el del tío Bonifa Díez.

Era Isaz el que, con frecuencia, le decía a los otros:
– Lo que nosotros necesitamos son unas «AZAFATAS» a las que les podamos decir con buenas intenciones en los arrimos del baile: «¡Nena, me gustas más que un pan de hogaza¡». Y que ellas se pongan coloradas cuando bajan las pestañas y se quedan mirando, sin querer, los botones de la bragueta, como si contaran las ruedas del tren de la Hullera. Y nos verán pasar, con más pena que gloria, desde el andén de la soltería.

En estas andaban los cuatro mozos que digo, hasta que un buen día, después de echarle la pastura a sus vacas y dejarlas ordeñadas, se reunieron como siempre en la hila de en ‘ca Pacho’. Y fue en aquella memorable velada cuando Juanito soltó la pedrada: hacer VOTO DE SOLTERÍA, como hacen los Novicios de un Monasterio de Clausura los tres votos establecidos por las Santas Reglas: Castidad, Pobreza y Obediencia.

En cuanto a la OBEDIENCIA, en cada casa mandaba el Cabeza de Familia. En la POBREZA, no había más que mirar los remiendos en los pantalones de pana, con más parches que las ruedas de una bicicleta de piñón fijo. En lo tocante a la CASTIDAD, cada cual se las apañaba como podía. Que las cabras se les escapaban por los andurriales, y era más el hambre que los panes. Si la Manzana del Paraíso seguía allí, no había modo de cosecharla a gusto y gana.

¡Solución: VOTO DE SOLTERÍA, pues, «cuando no hay pan, buenas son tortas».
Tomada la decisión de común acuerdo, entraron los cuatro mozos en la cuadra de la tía Irene la Mesonera, pusieron la mano derecha sobre los lomos del burro negro, que era el NOBLE, e hicieron VOTO SOLEMNE DE SOLTERÍA.

El Noble, sorprendido, miraba el techo con telarañas y levantaba las orejas al cielo en demanda de alguna aclaración celestial.
Pero, como el ser humano es más inconstante que el cierzo, resultó a la larga que Juanito y Paco se casaron al encontrar un buen apaño, mientras Isaz y Cano se quedaron para vestir santos, tal como dos piedras que se han salido de un muro.
Mas nunca sabremos si fue por vocación o porque no había harina para un amasao en condiciones.

Lo que sí se sabe es lo que el tío Refunfuñas cantaba en la bolera cuando se cincaba:
«Por el camino que vas,
saltando montes y oteros,
vive Dios que vivirás
como los mulos: ¡SOLTERO!»
Pero, Señoras y Señores, la verdad es que no hay desván sin goteras, mastín sin carlancas, ni deseos cumplidos que calmen nuestro corazón.
Pero, también es cierto que «Sarna con gusto no pica».
¡QUE ASÍ SEA!
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