Volaron los peluches y el confeti, vibró León

Más de 4.000 personas abarrotaron el Palacio y formaron grandes colas en el hall para recoger la camiseta conmemorativa

Jesús Coca
20/12/2014
 Actualizado a 04/09/2019
El Ademar no consiguió el pase para la final de 'su' Copa Asobal. | MAURICIO PEÑA
El Ademar no consiguió el pase para la final de 'su' Copa Asobal. | MAURICIO PEÑA
Salta el Ademar al campo. Las peñas del Ademar, unidas esta vez todas en el fondo sur, llenan de confeti el cielo del pabellón. La estampa es de lujo, como lo fue el ambiente. O se vendieron muchos abonos para la Copa en los últimos días, o entró mucha gente gratis, o algo pasó. Pero de los cerca de 2.000 que había hace unos días, se pasó a unas 4.000 personas en las gradas.

Ambiente de gala y colas de órdago, sobre todo para recoger la camiseta de algodón que se facilitaba con el abono. Situada en una de las esquinas, la fila de gente en la media hora antes del inicio iba de lado a lado del hall de entrada. Hubo quien llegó tarde por ello y fueron constantes los paseos, con el encuentro en juego, de gente que se daba una carrera para cogerla ahorrándose la espera.
Fue sin duda una gran idea, pues la mayoría de la gente no dudó en ponérsela encima de la ropa y consiguió que, como habían pedido las peñas en la previa, las gradas se tiñeran de blanco. Aunque bueno, había quien rompía los esquemas. De negro había en uno de los fondos una nutrida representación salmantina, con pancarta incluida con el lema ‘BM Salamanca con Mellado’ con el fin de apoyar al jugador ademarista, que vio sentado con ellos la segunda semifinal. ¿En ese mismo lado? La ruidosa representación del Naturhouse. No llegarían al medio centenar, pero bombos en mano, no dejaron de animar ni un solo segundo ya no sólo a su equipo frente al Barcelona, sino también al Ademar previamente como si de socios leoneses de toda la vida se tratasen.

Se confundían sus gritos con los del resto del Palacio, que no calló ni un segundo mientras hubo opciones de victoria. Bueno, sí que lo hizo alguno cuando los jugadores del FC Barcelona aparecieron por el túnel de vestuarios para ver el encuentro, juntándose de repente un gran número de gente junto a la valla y teniendo que ir los integrantes de Protección Civil a quitarles.

Aunque, cuando más falta hicieron los voluntarios, fue en el descanso. Cuajó la idea de la lluvia de peluches y, cuando Ademar y Granollers se retiraron a vestuarios, comenzaron a poblar la pista los muñecos que la gente llevaba para que fueran entregados a Cruz Roja y más tarde a los niños más desfavorecidos. Eso sí, como llegar hasta la pista no es tan sencillo si estas en lo alto de la grada, fueron muchos aquellos que estaban sentados tan tranquilos cuando un  peluche les atizó en la cabeza y tenían que seguir la rueda y tirarlo para el campo. Para el Ademar no hubo final feliz. Para los niños a los que los repartan, sí lo habrá.
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