07/05/2022
 Actualizado a 07/05/2022
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Todo tiene su origen en el lejano motivo shakesperiano que pronunciara Hamlet en 1602. ¿Ser o no ser? ¿Vivir o no vivir? Porque tanto ser como vivir equivalen a tiempo. Tiempo somos y en ‘no tiempo’ nos convertiremos.

Dos años de pandemia y sus consabidos confinamientos son muchas horas que el ser humano ha dedicado a pensar. Tantos minutos dan para mucha filosofía. Hasta el ser más pasivo podría ver nacer brotes verdes en un pensamiento aletargado por el estrés y esos largos ríos torrenciales de asuntos pendientes que eran antes su vida. De pronto el horizonte tiene color, se despeja. Nos damos cuenta de que las nubes no son obligatorias. ‘Tú trabajo no eres tú’. Resuena en nuestros oídos ese lema repetido en emisoras de radio alternativas y pancartas neoyorquinas underground. El mindfulness comienza a parecernos una buena idea. Necesitamos tiempo para nosotros. No es egoísmo, es justicia. Trabajar sí, vivir también. Poder pasar más tiempo con nuestros hijos, con los amigos, con nuestro gato. Hacer yoga, pintar, tocar la flauta o correr la maratón, cualquier cosa que pueda dar sentido a ese aliento que nos mantiene en pie justifica la rebelión.

El fenómeno conocido como ‘La Gran Dimisión’ ha impactado de lleno en la economía estadounidense y su efecto contagio empieza a advertirse en Europa. Trabajadores de diversos sectores han renunciado a su empleo habitual en favor de una mejora en su calidad de vida, a veces a costa de su salario, pero ya se sabe, no todo es dinero, la perspectiva está cambiando. En España es difícil que esto pueda suceder, ya que nuestro índice de paro es muy alto. Tener un empleo es casi un lujo, aunque esté mal remunerado y las condiciones sean precarias. Y aun así, la mariposa americana también ha volado hasta Iberia. Muchos españoles se plantean un cambio en su vida. ¿Será una moda pasajera? Quién sabe, toda revolución tiene su primavera.
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