20/01/2022
 Actualizado a 20/01/2022
Guardar
Saturnino era un poco abuelo de todos. Era el abuelo de León, lo era en realidad de todo el mundo, pero lo cierto es que tenerlo a tiro de piedra hacía que aquí lo sintiéramos un poco nuestro pese a conocerle solo de una tarde y de contemplar con admiración las fotos en el periódico cada vez que soplaba las tres velas que año a año iban engrandeciendo su vida y su sabiduría. Era un poco el abuelo de todos aquellos que por desgracia ya no tenemos aquí a los nuestros desde hace muchos años, quizá demasiados.

Por eso León está ahora un poco más triste y por eso vienen a mi memoria vivencias de cuando apenas levantaba medio metro del suelo y tenía quien me narrase sus aventuras en tiempos de la guerra, quien me apartase las judías y me echase solo patatas en el plato y quien me hiciese las mejores magdalenas que he probado en mi vida.

Vivencias de cuando los pueblos no entraban en coma durante el invierno, de cuando pasar una tarde tumbado a la sombra de un chopo cuidando una vaca colmaba mis aspiraciones de felicidad, de cuando veía a los paisanos pegarse por una mesa libre para jugar la partida o de cuando nos juntábamos veinte o treinta rapaces para hacer el mono después de engullir la cena a la carrera.

Vivencias, en definitiva, de cuando los pueblos eran pueblos y no el desarrollo embrionario del vacío o el decorado de un mitin electoral en el que ni la ubicación de la hierba se deja a la improvisación para que las vacas no tengan la ocurrencia de moverse y den bien en cámara a la hora del parte. Pero cuando se apagan las cámaras, adiós muy buenas, hasta dentro de cuatro años.

Vivencias de cuando los políticos no tenían cojones a prohibir la caza del lobo o a llenar montes y riberas de placas solares o molinos eólicos, porque sabían que en más de un pueblo podía convocarse una hacendera en la que no faltarían paisanos con no pocos callos en las manos que les correrían a estacazos para que fueran a jugar con el medio de vida de sus primas las de Miami.

Vivencias de cuando todo era mejor, de cuando teníamos quien nos enseñase a entender la vida y de cuando lo que importaba era lo realmente importante.
Lo más leído