Visicitudes

06/09/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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El final del verano ya ha llegado para muchos, entramos en época de recuerdos en los que las terrazas han sido nuestro lugar de encuentro preferido durante estos días, poco a poco la luz del día se desvanece con premura a medida que pasan los días y los grados centígrados que tanto nos han hecho disfrutar, migran a otros lugares para ir dando paso a la estación de otoño y con esta el frío, así que iremos sacando la ‘chaquetina’ si no es que ya la han sacado ustedes. Pero este, nuestro clima es inamovible, al igual que son otras circunstancias que se tornan caprichosas y muy cambiantes. El verano ha dejado algo más que buenos momentos y mucho tiempo al aire libre, les voy a decir que la cadena de la vida ha traído consigo una serie de sucesión de acontecimientos a mi vida de los que puedo hablar como favorables, aunque no todo es así y la adversidad siempre se haya muy presente. Permítanme que les hable de cambios, aquellos que se muestran de forma repentina y no queda otra que amoldarse. En todo esto cabe aplicarse el principio de personalidad, el mismo que hace responsable a un sujeto por sus hechos y no por hechos ajenos, pero siempre hay quien da la vuelta y se apropia de tal principio en pro de sus intereses. Desde luego este verano ha tenido largas conversaciones de terraza, en las que no han faltado frases como «anteponer los principios a las personalidades», haciendo referencia a la atención que prestamos a nuestra conciencia y a lo correcto, sea quien fuere la persona que esté involucrada, a lo cual alguien podría contestar «hágase tu voluntad», con el único fin de quitarse el muerto de encima. Las terrazas de verano, bajo el manto de la noche es lo que tienen, filosofía mundana en la que todas las personas poseen una interpretación del mundo, deleitando la velada con grandes razones que cobran significado a medida que avanza la noche, aunque también se puede achacar tal circunstancia a alguna pócima en la que el alcohol forma parte de su fórmula. Dejarse fluir en estos casos es lo más indicado y extenderse a lo largo de un espacio determinado, nuestras ideas y pensamientos relucen en conversaciones y debates que solo el largo sueño de una noche de verano nos puede otorgar. Si bien una persona puede destacar por una virtud o una cualidad, esta pueda verse oscurecida por aquellos que atañen e invocan al ego o aún peor al orgullo, bajo el amparo de un falso principio de personalidad. Al fin y al cabo, lo impregnan todo, no son más que ¡vicisitudes!
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