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Virus y zombis

16/03/2021
 Actualizado a 16/03/2021
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Cumplido el año del primer caso en nuestra provincia de contagio con el SARS-Cov-2, la mirada retrospectiva nos lleva no solo a reflexionar cómo ha sido este año sino a establecer las diferencias entre cómo ha sido la extensión epidémica y sus consecuencias sociales, económicas y culturales, y a cómo la Humanidad imaginaba con anterioridad la posibilidad de que un virus letal se extendiera por la faz de la Tierra.

Nada ha sido igual a como lo imaginábamos. Con la establecida tendencia literaria y cinematográfica al efectismo, una pandemia vírica se presentaba siempre de forma apocalíptica, con personas contagiándose en apenas unos segundos y manifestando terribles síntomas en los pocos minutos que el guión le dejaba espacio dentro del también limitado metraje de la película. Recuerdo ahora la británica ‘28 días después’ en la que en el breve lapso que daba título al largometraje, casi no quedaba títere con cabeza en toda Gran Bretaña; y en su secuela ‘28 semanas después’, donde apenas con un contagio se desataba otra vez el terror con miles de infectados de un terrible virus de la ira, que convertía las personas en animales babeantes y sedientos de sangre.

Leía hace poco que una popular serie médica había mandado al trastero del olvido un capítulo cuyo estreno había estado previsto justo en las fechas en las que se desató la pandemia. Juzgaron que la emisión del mismo podría herir la sensibilidad de los espectadores y ahora que lo mostrado en el mismo al parecer se ha quedado corto respecto a lo que realmente ha ocurrido, prefieren esconder su previsión, creo que por no quedar en ridículo.

La Humanidad tiene una gran capacidad de imaginar el futuro. En ocasiones apenas intuye la realidad que vendrá, y aunque se apoye en la racionalidad para dibujar escenarios posibles, a veces es desde la emoción no racionalizada desde donde esa intuición se vuelve más certera. Por eso, viendo la actual situación, temo que alguna de esas películas atinara más de lo pensado y que, 54 semanas después, la próxima pandemia sea de ira. De zombis políticos mejor hablamos en otra ocasión.
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