Virginia Calvo: "Mi máquina de coser es mi herramienta fundamental"

La artista regresa a León con ‘Coser la vida’, que define como "una metáfora entre lo que hago y lo que siento, es atender a lo que acontece, lo que me emociona, lo que me conmueve, lo que me preocupa, lo que me pasa, y contarlo en mi trabajo uniendo elementos que se desconocen y que en esa unión vuelven a estar vivos"

Vicente García
27/07/2022
 Actualizado a 27/07/2022
La artista posa con su colección de ‘misses’ en la sala Provincia del ILC. | VICENTE GARCÍA
La artista posa con su colección de ‘misses’ en la sala Provincia del ILC. | VICENTE GARCÍA
Virginia Calvo es una gran artista que comenzó hace años en León, para dar el salto al mundo artístico de Madrid, donde ha seguido triunfando. En estos momentos tiene una exposición muy interesante en la sala Provincia del ILC bajo el título ‘Coser la vida’. Acerca de lo que ha sido su evolución a lo largo de los años y lo que significa esta exposición hablamos con ella en esta entrevista.

– Sus comienzos en León fueron muy interesantes con compañeros excepcionales y una obra que aún persiste. ¿Qué le ha quedado de aquellos tiempos?
– Fue una época para la que siempre me faltan calificativos que la definan plenamente. León hervía en todos los ámbitos de la creación, éramos muy jóvenes y teníamos muchas ganas de aprender y hacer cosas. Hubo dos personas muy importantes en todo esto, que fueron Carlos de la Varga y Javier Hernando, a los que quiero y sigo manteniendo de alguna manera en mi vida y los recuerdo a menudo. En torno a ellos se gestó una gran familia de amigos-artistas que a día de hoy sigue funcionando como tal. Aunque no nos veamos a menudo conectamos de nuevo en minutos… Vivimos tantas cosas juntos, viajábamos, apoyábamos las locuras de unos y otros, nos ayudábamos, experimentábamos, nos divertíamos, muchos fuimos padres en aquel momento… Fue una época de aprendizaje de vida y crecimiento personal y profesional, creo que para todos los que formamos parte de aquella historia, que como dices fue muy interesante, y también se hicieron cosas muy interesantes en León antes de la llegada del Musac. ¿Y qué me ha quedado de aquellos tiempos? Por supuesto, las personas, que para mí es lo más importante de todo aquello. Desde entonces muchos somos compañeros de vida, amigos, esa familia que eliges y con la que te encanta seguir haciendo proyectos y compartir. Algunas obras siguen ahí y dan fe de todo esto que digo.

– ¿Qué significa para usted esta vuelta a León?
– Volver a León con una exposición individual siempre me hace mucha ilusión porque es una ciudad cargada de buenos recuerdos, de proyectos gestados y materializados en ella, y también el reencuentro con muchos amigos, vivencias, lugares… En León hay mucha gente con la que he coincidido en diferentes momentos de mi vida, mucha gente a la que quiero un montón y mucha gente que confió en mí y en mi trabajo hace años y lo hizo adquiriendo alguna de mis obras, que para mí es un compromiso conmigo precioso. Al hilo de esta exposición, algunas de estas personas me han mandado fotos de mis obras de hace 25-30 años o me han localizado en redes escribiéndome y me han ido despertando recuerdos que tenía guardados bajo llave. Me estoy llevando sorpresas muy gratas y poniendo en funcionamiento mi memoria gracias a ellos. Mi exposición es una forma de que estas personas vean que sigo en activo, que sigo trabajando y que, por supuesto, de vez en cuando vuelvo a reencontrarme con todo esto que tengo en León.

– El Departamento de Arte de la Diputación de León ha cambiado mucho. ¿Cuál ha sido su experiencia con el ILC en el montaje y desarrollo de la exposición?
– Mi experiencia con el ILC ha sido muy buena. Estoy muy agradecida a la confianza que Luis García me ha demostrado en muchas ocasiones, y esta exposición es el reflejo de esa confianza. Da mucho gusto poder trabajar como he trabajado, con absoluta libertad, sin ningún tipo de pegas y que todo haya fluido de manera tan natural desde el principio. Por otro lado, aparte de mis hijas, que conocen a fondo mi obra y siempre que pueden colaboran conmigo, he contado con dos ayudantes de excepción en el montaje: Sebas Román y José Luis Casas. Sólo tengo palabras de agradecimiento para ellos tres, que han hecho que el montaje y todo lo que conlleva haya sido fácil, rápido y muy amable. Ojalá fuera siempre así…

– En Madrid ha evolucionado por caminos diferentes. ¿Cuál ha sido la aportación de esta etapa de su vida a su expresión artística?
– La evolución es una carrera de fondo cuando llevas tantos años trabajando y, en ese caso, el lugar es relativamente importante. Cuando se hizo la exposición sobre Tráfico de arte el pasado año en el Musac, rebusqué obras de aquellos años y fui consciente de que las cosas no surgen de la nada: entonces ya utilizaba las palabras, cosía y hablaba de cosas de las que sigo hablando, aunque el modo de hacerlo sea diferente. Siempre he trabajado con conceptos muy similares y lo que más he cambiado son los materiales que utilizo. Ahora me siento más segura en mis afirmaciones, he abandonado el grabado, dibujo más que nunca, mi máquina de coser es mi herramienta fundamental, trabajo a mi escala consciente de que quiero que sea así, aun creando piezas que puedan ocupar mucho espacio, sigo trabajando en mi casa consciente de que esto es también un posicionamiento vital en el que me reafirmo, y entiendo esta práctica del arte como un modo de vida que me alimenta el alma y me regala libertad. Un trabajo remunerado es un medio de vida que me ayuda a pagar facturas, pero me quita esa libertad. Siempre buscando ese equilibrio. La mayor aportación de esta etapa supongo que es la madurez y el convencimiento de todo lo que hago y por qué lo hago.

– En su exposición en la sala Provincia la mujer se encuentra en el centro de su obra. Hábleme sobre ello y cómo influye en su manera de expresarse la situación de la mujer en la sociedad actual.
– Cuando hace muchos años empecé a desarrollar mi obra, se me comparaba habitualmente con hombres artistas con los que yo no conseguía identificarme nunca. Lo reflexioné mucho y llegué a la conclusión de que si no se me comparaba con otras mujeres artistas era por el desconocimiento, no sólo en el mundo del arte, sino en todos los ámbitos, de lo que las mujeres han hecho a lo largo de la historia. Lo que no se nombra no existe y en mis estudios, como nos ha pasado a la mayoría, las mujeres no han estado en los libros, primera desigualdad con la que nos encontramos. Aunque esto ha cambiado un poco desde entonces, todavía nos queda mucho por hacer y las mujeres necesitamos modelos que nos guíen. Me empeñé en buscar mujeres referentes que me acompañaran en este camino y con las que sí me identificara plenamente. Empezando por mi madre, todas ellas me han ayudado a consolidar mi discurso. Además, cuando trabajo no puedo olvidar mi condición de mujer (mujer trabajadora, hija, madre), las obligaciones y los cuidados hacia los demás que las mujeres asumimos a lo largo de nuestra vida, con las dificultades y también las satisfacciones que todo ello implica. Al hablar de mí, hablo de la situación de la mujer en general en torno a esto y de las relaciones afectivas que de ello se derivan y que marcan nuestro día a día. También de otras cuestiones, como la violencia hacia las mujeres, que es algo que ni entiendo ni soporto y que me preocupa especialmente.

– ¿Cuáles son las costuras de la vida que se deben repasar y recoser?
– Como sociedad, hay muchas costuras que habría que repasar y rehacer para tener una vida más justa y amigable para todos. Hemos construido un mundo que estamos viendo que ya no funciona, vivimos una época catastrófica en todos los sentidos y habría que hacer una reflexión muy profunda y un cambio radical de paradigma porque vamos directos al desastre absoluto o ya estamos en él. La educación es fundamental para esto, y hay que educar en la igualdad, la diversidad, el respeto, la empatía, la solidaridad, el cuidado hacia los demás y el cuidado de nuestro mundo. Para mí, el amor es lo que da sentido a todo: el amor a la vida, a tu entorno, a los otros... Y, por desgracia, está muy devaluado. Los intereses económicos están por encima de todo.

– Pasado y futuro son dos términos que no son reales, la realidad es el presente. ¿Cómo influyen esos términos en ese presente mostrado en su obra?
– El pasado me ayuda a saber de dónde vengo y es una realidad de la que me alimento, aunque a veces no sea de manera muy consciente, pero sé que voy y vengo de él en muchas ocasiones y también él vuelve a mí y me habla continuamente. El futuro está cargado de incertidumbre, por eso lo veo y lo vivo más como un deseo, un anhelo, un nuevo camino por recorrer… La pandemia fue todo un aprendizaje de muchas cosas; entre ellas, aprendí a estar muy instalada en el presente, que es donde estoy, un presente que me preocupa mucho porque todo está tremendamente revuelto y ver el mundo que estamos creando me afecta y asusta bastante. Me ocupo de este presente en mi trabajo con temas de actualidad que me preocupan, sobre todo los que tienen que ver con la situación de las mujeres en el mundo.

– Utiliza materiales muy diferentes para sus piezas, ropas, telas, fotografías y textos escritos, y esos materiales forman una unidad con un claro contenido. ¿Cree que los materiales aportan vida a sus ideas y son adecuados para la expresión de su mensaje?
– La elección de los materiales es fundamental para mi trabajo. Son materiales casi siempre reutilizados, subjetivados, con vida propia. Yo los guardo y recupero para darles otra vida en mi trabajo. Hacer esto me posiciona sobre mi manera de estar en el mundo y mi filosofía de vida: creo en la economía circular, en la reutilización de recursos, de segundas oportunidades, creo en lo «pequeño». Reutilizo todo tipo de cosas cargadas de cariño, de emociones, y eso es algo esencial para mí y adecuado a las ideas sobre las que trabajo, que tienen mucho que ver conmigo, pues son un reflejo de cómo soy y cómo pienso; vienen de la observación y experiencia con la realidad y la vida. Trabajo desde lo personal a lo colectivo, de lo privado a lo público, y esos materiales me ayudan a hacerlo. Juego a contextualizar y descontextualizar todo tipo de cosas, sobre todo la ropa, las palabras y las telas.

– ¿Qué espera aportar a la vida cultural leonesa?
– No sé, no lo he pensado… Pero, para mí, el arte es una herramienta de comunicación y transformación, tiene ese poder que he defendido y utilizado siempre en mi trabajo como educadora. Si a través de mi trabajo consigo provocar algún tipo de reflexión en los demás que les pueda servir para ver o plantearse las cosas de un modo diferente ya me parece bastante aportación. Aunque tal vez esto lo tendrían que decir los demás, hablar así sobre mi trabajo me resulta un poco pretencioso porque me falta el diálogo y el intercambio que se genera con el espectador y que es con el que se construye ese camino de ida y vuelta de las ideas y aportaciones.
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