Villamanín, un trozo de Kiev en paz

Olona y Uliana, con sus hijos Vika, Sonnia y Vania ya se han instalado en Villamanín donde el pueblo se vuelca con ellos. Este sábado tuvieron su primera tarde de ‘convivencia’ después de descansar y arreglar papeles, los chavales pronto jugaban juntos a fútbol y andaban en bicicleta, las madres esperan regresar pronto a su país y, si no, encontrar trabajo aquí

Fulgencio Fernández
20/03/2022
 Actualizado a 20/03/2022
Vika, Sonnia y Olona, con la bandera de Ucrania, acarician un perro de un vecino de Villamanín, ellas también han traído a Gvro. | SAÚL ARÉN
Vika, Sonnia y Olona, con la bandera de Ucrania, acarician un perro de un vecino de Villamanín, ellas también han traído a Gvro. | SAÚL ARÉN
Los vecinos de Villamanín han desempolvado el lenguaje de signos y gestos para decirles a los cinco ucranianos que son sus nuevos vecinos, refugiados que huyen de la invasión y masacre de su país, que son bienvenidos, que no se preocupen, que están con ellos... y, a la vez, les dejan unas anónimas docenas de huevos en «el súper» para que se las den cuando vayan a comprar. O un mazapán a la puerta de casa. O llaman, una y otra vez, a Pope o los otros vecinos que saben que están en el ajo para decir que «quieren hacer algo por ellos». Un ganadero insiste en darles dos medios terneros congelados, «más de 100 kilos de carne, ¿pero dónde los metemos?» se preguntan quienes coordinan desbordados la llegada de estas dos madres y tres adolescentes.

- Por favor, insiste en que es el pueblo de Villamanín, que nosotros de alguna manera tratamos de canalizar su generosidad, pero es todo el pueblo y todos los vecinos; insiste un Pope emocionado con la respuesta de la gente de su pueblo, que se pone a relatar ejemplos de solidaridad y no se le acaban.Pero, cierto es, no solo en Villamanín. «Dices la palabra Ucrania y se abren todas las puertas», cuenta al recordar lo fácil que se lo puso la Policía cuando fueron a legalizar su situación o cómo un fotógrafo ya jubilado de Pola de Gordón «dijo que abría la tienda otra vez para hacerles las fotos del carnet de identidad, nada más que supo que las necesitaban»....Y sigue el recuento por la clínica donde atendieron a Gvro, el pastor belga adiestrado que han podido traer con ellos y cómo en la Clínica San Isidoro Pili y su gente se volcaron con ellos; o María, de laclínica dental Bengoa, que solucionó el problema de los brakets de una de las adolescentes... Uff, podría seguir pero no hay tanto espacio. Podría «no hacer publicidad» y omitir nombres pero escuchas las historias y sientes la necesidad de hacerlo.¿Y Uliana, Sonnia y Vania, por un lado y Olona y su hija Vika cómo están? Ciertamente sobrepasados, cómo no, también han recurrido al lenguaje de los signos y los gestos y sus caras lo dicen todo. En ellas estaba dibujado el cansancio del larguísimo viaje, llegaron casi extenuadas, pero en esas caras muy de su tierra han dejado paso a la luz del agradecimiento. Entre sus gestos, un poco de inglés por ambas partes y, sobre todo, la ayuda inestimable del famoso Translate de Google van intercambiando palabras en castellano y ucraniano. La activa Marta, adolescente como los tres chicos, se maneja con soltura, también Mariví la maestra, se van entendiendo.«Gracias» ya lo dicen en perfecto castellano, pero también tienen otra expresión muy frecuente en sus labios: «Lo bueno se nos ha ido todo allí» y como pueden agradecen el esfuerzo por devolverles lo que sea posible. Y su primera meta es tratar de aprender el idioma para poder decir lo que sienten. Pope define el inglés que comparten con una expresión muy suya, de su carácter, y muy gráfica para crear un ambiente distendido: «Hablamos el inglés de la fiesta de un pueblo a las cinco de la mañana con un cubata en la mano» - Poco a poco; se repiten las gentes de Villamanín para ir poniendo solución a todo lo que sea posible, conscientes de lo que esta gente ha dejado en Ucrania, a muchos familiares muy cercanos participando en un conflicto que ellos nunca definen con la palabra guerra sino explicando que se han quedado a «defender a nuestra patria».«Lo bueno se nos ha ido todo» significa demasiadas cosas, se ha ido una vida tranquila, con buenos trabajos. Olona era gerente —o algo así— en un gran centro comercial, Uliana en un restaurante de lujo; en Kiev y Kremenchug, dos importantes ciudades de Ucrania. Pero se ha quedado todo allí, donde se les ha ido todo, y decidieron tomar el camino de tierras en las que exista la paz. Villamanín fue su destino. «Las dos familias no se conocían en Ucrania», pero coincidieron en un determinado momento de la tragedia que les está tocando vivir en un autobús, vieron que buscaban lo mismo y decidieron hacer el camino juntos. «No se conocían y ahora son como una sola familia; estas situaciones imagino que unen mucho», explica Pope, un tipo todo corazón, camionero, que «agradece» que «haya coincidido con la huelga porque así me puedo dedicar a esta gente que, viendo lo que están pasando, te das cuenta de que nuestros problemas nada tienen que ver» y reconoce con su habitual espontaneidad: « Yo estaba durmiendo muy mal, tengo un camión y ya ves como está la situación, pues ahora me meto en la cama y caigo como un pajarín, duermo toda la noche y despierto con ganas de ponerme a hacer las cosas que se nos van acumulando, porque somos nuevos en esto, hay que ir como El Cholo, partido a partido, problema a problema, que siempre tiene solución pues no hay más que abrir la boca, ponerlo en el grupo de facebook y te llueven las llamadas de gente que, muchas veces, no tengo ni idea de quiénes son». sigue con su relato de solidaridad: «Por Ziqui comían en el Ezequiel años y años, ¿qué te voy a decir de Cuni? El chaval de Nino dice que vayan a la carnicería y cojan lo que necesiten, esta mujer que habla con ellos les ha llevado un mazapán que les hizo... en fin, Villamanín se ha volcado, ¡qué orgulloso estoy de mi pueblo!».

«Pero vamos poco a poco», insiste, porque todo el mundo quiere ‘acelerar’. «Me llaman de otros ayuntamientos; Julito El Canario, que fue quien les dejó la casa y también es el dueño de lo que llamamos El Campamento, quiere traer a no sé cuántos allí, el Ayuntamiento está arreglando las casas de Ventosilla, que son de la Junta, para seguir trayendomás refugiados... Hemos creado una Asociación para darle un marco legal e iremos viendo cómo evoluciona todo; poco a poco», insiste.

De momento lo que les preocupa es ir integrando a los cinco que han llegado. Este sábado era un día especial, «ellos ya han superado el cansancio, al pueblo regresan muchos chavales que están en León o Asturias y hemos quedado para que salgan con los tres adolescentes, ellos seguro que saben cómo entenderse».

Y acertaron. Fueron a buscarlos a la puerta de la casa y después de un momento de cierta frialdad, nervios más bien, en pocos minutos jugaban todos a fútbol; Sonnia es realmente buena a este deporte y la más ‘suelta’, pronto corre en una bicicleta que les han dejado (en pocas horas habrá bicis para todos). Uliana, que la cocinera repasa con Ziqui (del Ezequiel) los platos que servían allí a través de la web. Olona reconoce cierta nostalgia de la gran ciudad, es urbanita.

Pero toda su vida ha quedado allí.
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