Villadangos descarta que haya fosas en la zona del polígono industrial

El alcalde remite un documento a la ARMH que sostiene, a partir de testimonios e investigaciones, que "nadie quedó sin enterrar en el cementerio"

P. Ferrero
23/09/2020
 Actualizado a 23/09/2020
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A partir de 1936, la localidad de Villadangos pasó a la historia por los fusilamientos que tuvieron lugar «en el monte pueblo», junto a la N-120. En total, el Registro Municipal ha contabilizado 86 personas que perecieron en estas circunstancias, desde el inicio de la Guerra Civil y durante los años 40, por ser consideradas una ‘amenaza’ para el régimen franquista, aunque la cifra exacta se desconoce. Muchos familiares han seguido buscando, durante años, a sus parientes desaparecidos, y algunos de ellos, de la mano de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), previnieron recientemente al alcalde de la localidad paramesa, Alejandro Barrera, de la posibilidad de encontrar fosas comunes durante la ampliación, en el caso de que se ejecute, del polígono industrial. Por ello pedían al regidor «especial cuidado» en las actuaciones que se puedan llevar a cabo.

Barrera, por su parte, y habiéndose mostrado receptivo y colaborativo ante esta petición, ha elaborado un documento, que ha remitido al presidente de la ARMH, Emilio Silva, en el que se descarta la posibilidad de encontrar restos en estas inmediaciones, una afirmación que se sustenta a partir de los múltiples testimonios que se han recopilado de los ciudadanos más mayores del municipio, y las investigaciones realizadas por Don Cayetano Sánchez Fuertes, cronista oficial de Villadangos del Páramo.

En este informe que el Ayuntamiento ha enviado al representante de la asociación se pone de manifiesto que «en ninguno de los pueblos del municipio se vivieron actos de violencia ni existió enfrentamiento alguno entre los vecinos por razones políticas», manifestando que estos elementos venían de fuera. Por el contrario, sostiene que «la particularidad que se dio en Villadangos alrededor de estos dramáticos sucesos fue la especial sensibilidad con la que los vecinos trataron a las personas fusiladas en el monte. Nos referimos a la coordinación y humanidad que demostraron los viadangueses para dar sepultura a aquellos que fueron represaliados y fusilados». El documento relata que «al producirse estos terribles hechos cerca de la Estación del Ferrocarril, los trabajadores de la misma alertaban a los vecinos del pueblo la misma noche en la que se producían los fusilamientos». De esta manera, pone en valor las figuras de Manuel García, por aquel momento párroco del pueblo, y el médico Tomás del Riego Cabezas. Ambos de «carácter conciliador», y personas «esenciales» en la «contribución a que no hubiera víctimas de ningún tipo de represalias». Y es que, según este informe basado en los testimonios, «en varias ocasiones hicieron frente a algunos ‘elementos’ de fuera del pueblo que pretendieron llevar a cabo algún acto de represalia contra ciertos vecinos de Villadangos. Gracias a ellos, ningún vecino murió por esta causa». En el caso del primero, además, se recuerda su labor en el acto de enterramiento de las víctimas.

Enterrados en el cementerio

Cuenta el escrito que «los testimonios de algunas de las personas vivas más mayores de Villadangos en estos momentos, recuerdan haber visto de niños algún carro cargado de cadáveres camino del cementerio. Todos los relatos reiteran y aseguran que nadie quedó sin enterrar en el cementerio, algo en lo que hacen mucho hincapié». De esta manera, destaca que la N-120, el monte de Villadangos y los caminos que los cruzaban, (muchos de ellos hacia la estación del ferrocarril), eran muy frecuentados, algo a nuestro entender importante que refuerza la tesis defendida por los mencionados testimonios». Asimismo, agrega que «los enterramientos de los últimos 50 años, en su inmensa mayoría en panteones o con lápidas e inscripciones, comparten lugar de enterramiento no solo con los fusilados de la guerra, sino con muchos otros restos óseos, que, por unas razones u otras, han acabado descansando allí». Sin embargo, ninguna de las actuaciones realizadas en el cementerio, como la ampliación y el derribo de la tapia, dejan constancia de la presencia de ninguna fosa.

Barrera manifiesta que, tras seguir la pista indicada por los familiares de los represaliados sobre la posible ubicación de los restos, «la mención al ‘Monte de Villadangos’ para indicar el lugar de los fusilamientos nos ha hecho pensar en que estos terribles hechos se habían producido íntegramente en los terrenos hoy ocupados por el polígono industrial, e incluso también más al norte y al noreste del mismo, donde hoy se extiende lo que queda de monte. Lo cierto es que con los nombres que nos aportaron los familiares podemos afirmar ahora que los fusilamientos realmente se produjeron en las inmediaciones de la N-120, a través de la que los traerían hasta el lugar para su fatídico final».

El regidor asegura que «convendría desterrar la idea de que, en una futura ampliación del polígono al norte y noreste del actual, pudieran encontrarse fosas comunes, ya que no coinciden con los lugares donde los ubican los investigadores». Apunta que se trata de una posibilidad «más que improbable», y sostiene que estos supuestos pueden dar «falsas esperanzas a los familiares y preocupar a futuras empresas» que puedan estar interesadas en instalarse. De todas formas, Barrera pone de manifiesto la colaboración del Ayuntamiento en este asunto.
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