01/05/2020
 Actualizado a 01/05/2020
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Llamo por teléfono, responde una voz siempre un poco sorprendida, es leve la sorpresa, pero está ahí, y después, siempre hay ruido a su alrededor, puertas que se abren y cierran, voces lejanas o niños cercanos. Y las conversaciones siempre se alargan más allá de la mera llamada informativa, cómo estás, cómo lo llevas, qué opinas. Siempre hay un instante más de confianza que antes, un intento de trazar una línea, aunque sea telefónica, de un alma a otra. Mis conversaciones con los periodistas.

Con los periodistas encerrados en sus casas. Con los periodistas teletrabajando y sus hijos correteando a su alrededor.

En la mayor parte de los medios han hecho un Erte, las redacciones están al 50% de su tiempo, al 30% incluso. Unos libran un día sí y otro no, otros, por semanas, otros solo trabajan por las mañanas. Esa es la teoría, la práctica es que un periodista nunca libra. Siempre está enganchado a la información, siempre. Siempre contesta al móvil, no siendo que, y echa un vistazo a los correos, no siendo que. En algunos medios han montado un grupo muy reducido que se queda de guardia en esas redacciones ahora vacías. Con la sensación de que una horrible catástrofe ha sucedido y todo el mundo ha salido huyendo dejando las mesas sin ordenar, los paquetes sin abrir y los temas a medias. En las revistas, los cierres se hacen por Whatsapp o por Zoom. Se ven las fotos, se envían las maquetas de un lado a otro una y otra vez. Se buscan fotos de archivo o se programan sesiones donde solo esté el fotógrafo y la modelo. Las modelos se maquillan y se peinan ellas mismas. La ropa llega por mensajero. Ellas deciden sus ‘looks’. Estamos en la era de la individualidad. Si hay algo muy triste que ha traído esta crisis es exacerbar nuestro individualismo: tienes que ser capaz de hacerlo todo por ti misma, sin contar con nadie. Aquellas producciones de 30 personas que duraban un día entero ya no volverán, al menos con la alegría de antes. Ahora todo será minimalista. Nuestro día a día, nuestras relaciones. Hasta la publicidad, que caerá, que ya lo ha hecho. Hasta el periodismo. Los medios se contraerán aún mas, las agencias también.

Nadie habla de los periodistas detrás del periodismo, pero ellos, nosotros, estamos sufriendo tanto como el resto. Y además, con toda esa consciencia insoportable de tener tanta información, de saber el número de muertos y discutir las curvas y las estadísticas. De saber demasiado y no poder desconectar ni por un instante de lo que está sucediendo, de lo que sucederá. Y la vuelta a la NUEVA NORMALIDAD –escalofriante expresión– será tan aterradora para nosotros como para el resto.
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