Vicente Matellán: "El Incibe tiene músculo y proyectos que requieren nuestra computación"

El director general del Centro de Supercomputación apuesta por "ser eficiente y responsable en el gasto"

Sergio Jorge
03/09/2017
 Actualizado a 14/09/2019
Vicente Matellán, junto a los equipos de Caléndula. | DANIEL MARTÍN
Vicente Matellán, junto a los equipos de Caléndula. | DANIEL MARTÍN
Después de ser profesor de las universidades Carlos III, Rey Juan Carlos y León, así como jefe del Servicio de Informática y Comunicaciones de la ULE, en junio fue nombrado responsable de la Fundación Centro de Supercomputación en sustitución de Antonio Ruiz-Falcó, donde Vicente Matellán ya había sido patrono y miembro de su comisión ejecutiva. Es por tanto una responsabilidad que asume con cierto conocimiento de ella, también por ser un experto en arquitectura computacional, y además con la "ilusión de dar un enfoque diferente".

¿Cuál es la situación del centro?
– Desde el punto de vista de la infraestructura está bien pero necesita una inversión constante. En la parte que estamos peor quizá es en cuestiones de personal. Al ser una fundación pública, nos afectan las leyes que impiden renovar o aumentar la plantilla. Pero cumplimos las funciones que tenemos encomendadas con una calidad más que razonable.

¿Cuáles son los retos que afronta el Centro de Supercomputación?
– La idea con la que me incorporo a la Fundación es virarla más hacia lo que es su objetivo fundamental. El primero a corto plazo es que el Gobierno central nos reconozca como es, una ICTS, una infraestructura científico-técnica singular, en la que tenemos servicios que ofertamos principalmente a la comunidad científica para que los grupos de investigación hagan cálculos científicos. Es la primera pata a corto plazo. La segunda es que gestionamos la Red de Ciencia y Tecnología de Castilla y León, que es una red de fibra óptica que une los campus de las universidades públicas de la comunidad pero que tiene más clientes. Castilla y León era una de las únicas comunidades que no había desarrollado su propia red de ciencia y tecnología, y ahora somos un ejemplo porque al ser la última es la más moderna. Tenemos más de 4.000 kilómetros de fibra y llegamos a todos los campus, desde Ponferrada hasta Béjar. Esta red está a disposición no solo de las universidades sino también de los centros de investigación del CSIC que están en Castilla y León, de los hospitales, de las fundaciones, de los centros de formación del Ejército, como la Academia de Caballería de Valladolid.

Estamos peor en cuestiones de personal, nos afectan las leyes que impiden renovar o aumentar la plantilla
Su objetivo es acercar Caléndula a los investigadores. ¿Cómo se puede lograr?
– Creemos que hay más potenciales clientes en los grupos de investigación de las universidades de Castilla y León. Los que la usan se dan cuenta del potencial que tienen y sería muy útil para muchos otros grupos de investigación. Cuando todas las universidades se reactiven empezaremos a hacer jornadas de difusión y divulgación, también en los clúster en colaboración con la Agencia de Innovación, Financiación e Internacionalización Empresarial (ADE), no solo para los grupos de investigación pura, sino también para los parques científicos de la comunidad y algunos clúster bio que podrían estar interesados. Muchas de estas empresas han pasado de hacer investigación biológica en probetas a hacerla en ordenadores.

Caléndula es una de las máquinas más potentes del país. ¿Cuál es ahora mismo su capacidad de cálculo?
– Los rankings no tienen mucho sentido. En España hay un centro Nacional de Supercomputación que está en Cataluña, el BSC, que es muchísimo más grande que nosotros; luego hay otros centros, creo que el segundo más grande está en Galicia y luego hay otros de nuestro tamaño en potencia de cálculo, como Madrid, Extremadura, Santander, Granada... Otros ya son especializados, como Zaragoza, en el que hay un grupo de físicas de partículas que no ofrecen otros servicios. Hay diferentes tipos de ordenadores, de procesos que necesitan cálculo paralelo con muchos ‘cores’. Cuando un investigador nos pide un determinado tipo de cálculo le damos por ejemplo 2.000 ‘cores’, y los tiene durante una semana haciendo cálculos para él, que son varios millones de horas de cálculo. A veces necesitan una memoria muy grande porque tienen una matriz enorme, con cálculo paralelo con varios procesadores que puedan atacar la misma memoria. Hay diferentes tipos. Al tener esos miles de ‘cores’, lo importante es también ver cómo se conectan unos a otros. Todo eso es lo que construye una infraestructura muy grande. ¿Cómo se mide eso en un ranking? Lo puedes mirar de muchas maneras, cuántos ‘cores’ tienes, cuánta memoria, cuánta latencia de la red. No tiene mucho sentido hablar de eso, además está relacionado con cuánto dinero tienes y no vamos a dedicar todo el presupuesto de la Junta para un centro de supercomputación. Lo que deberíamos mirar es la calidad del servicio que ofrecemos a los investigadores. Además, como formamos parte de la Red Española de Supercomputación, cada cuatro meses hay una competición nacional en la que los investigadores presentan sus proyectos al BSC, y en función de la importancia y de la calidad científica de los trabajos, dan horas de cómputo y se les asignan en los centros de España. Por ejemplo, ahora tenemos un par de grupos de Oviedo y Valencia y, en ese ranking, somos los segundos de cómputo que aportamos al BSC,eso va variando en función de la disponibilidad. Esto nos ayuda a ser parte de esa infraestructura y estar actualizados.

¿Se está al 100 % de cálculo?
– Sí, ahora mismo en capacidad de cálculo estamos al 100% desde hace unos meses. Es verdad que si a algunos investigadores les dejas se comerían la máquina ellos solos. Como siempre, los recursos son escasos. Pero la potencia de cálculo está bien.

Queremos que el Gobierno reconozca como una ICTS, una infraestructura científico-técnica singular
¿Hay planes para ampliar?
– Intentamos hacer una renovación tecnológica pero la situación presupuestaria sigue sin ser boyante, aunque tenemos el apoyo de la Junta para seguir haciéndola para seguir teniendo un centro actualizado. Cuando se aprueben los presupuestos del año que viene esperemos que se pueda contar con una renovación parcial y se incremente el número de ‘cores’, y así tengamos procesadores más actualizados.Pero no solo queremos renovar lo que tenemos sino también ir explorando nuevas vías de cálculo científico que necesitan los investigadores de Castilla y León. Tenemos que tener por eso un diálogo más fluido con los investigadores, esa es la aportación que quiero hacer. Una vez que la parte de la infraestructura está asentada, hay que enfocarla a los investigadores, a qué necesidades de cálculo tienen, qué software necesitan, porque igual alguien de biología o medicina en Valladolid necesita para hacer cálculo un programa específico que tenemos que buscar, o alguien en Salamanca que está haciendo inteligencia artificial necesita procesadores, o alguien que está haciendo ingeniería en Burgos necesita algo… hay que estar más en contacto con ellos, es lo que esperamos hacer en los próximos meses, intentar acercarnos a las universidades y centros de investigación, conocer bien sus necesidades y orientar el centro hacia esas cosas. Seguiremos haciendo lo que hacíamos, tenemos también una pata de servicio a las administraciones públicas, como al Ayuntamiento de León a raíz del incendio del CPD, tienen sus máquinas alojadas aquí.

¿Sigue siendo complicado la autofinanciación del Centro?
– Es como la investigación, ¿se autofinancia? Una cosa es que decidamos tener una infraestructura científica en Castilla y León para dar servicio a nuestros investigadores y otra es que sea rentable, porque no es que vendas un servicio, sino que es a largo plazo e indirecta, independientemente de que se consiga financiación con algunos de los servicios. Es como con el Ayuntamiento de León, colabora en función de lo que gasta, por los servicios que consume paga unas tarifas públicas. Hace 20 años no había ningún operador que los diera, ahora no tiene sentido que entremos en este mercado, no sé si seríamos competitivos, no somos una empresa pública vendiendo un servicio, para eso hay operadores. El objetivo de la Fundación no es autofinanciarse, sino ser lo más eficiente posible, lo más responsable en el gasto posible, pero la justificación de la inversión es para lo que es.

Muchas empresas han pasado de hacer investigación biológica en probetas a hacerla en ordenadores
¿Hay plazos para conectarse con el Ayuntamiento de San Andrés?
– Están acabando porque ha requerido traer una fibra desde las instalaciones del Ayuntamiento hasta aquí en funcionamiento, y el objetivo es que antes de final de año esté en funcionamiento. Ya tienen máquinas aquí, pero no están completamente migrados.

¿Hay algunos proyectos que vayan a iniciarse próximamente?
– Queremos empezar a desarrollar proyectos propios, pero somos pocos, es más un problema de personal. León se ha convertido en un polo de ciberseguridad, y es un mundo que necesita mucha potencia de cálculo, por eso una de mis ideas es potenciar la relación con el Incibe. Hasta ahora hemos hecho alguna cosa, pero espero relanzarla y por ahí podemos avanzar. En el mundo de la ciberseguridad el cálculo intensivo, simplemente la correlacion de datos, requiere una computación intensiva. Por eso es una de las vías, colaborar con el Incibe, que tiene músculo y proyectos que requiere nuestra computación, colaboraremos con ellos, estoy convencido de ello. También con la Universidad de León, puesto que las necesidades las tiene el Incibe, mucho conocimiento está en la Universidad y nosotros tenemos la capacidad de cómputo que necesitan las dos partes. También queremos abrir otra serie de líneas de investigación, de tratar de incorporarnos a proyectos europeos, ya sea en colaboración de grupos de Castilla y León o de fuera.
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