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Viaje hacia la dictadura

25/01/2023
 Actualizado a 25/01/2023
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Todos los países del mundo sufren vaivenes políticos, a veces innombrables los motivos, pero a estas alturas de la película que se filma en el mundo, no pilla de sorpresa a nadie que no pertenezca al mundo de los ingenuos.

La democracia es el sistema de todos, reconociendo imperfecciones, que trata de la coexistencia entre los seres humanos de forma tranquila y con salidas razonable a los problemas cotidianos que plantean las relaciones políticas, sociales y convivenciales de la humanidad.

Dispone de mecanismos jurídicos y de organización para los planteamientos más diversos de la vida en común, menos para las ambiciones de ciertos sujetos que abrazan casi siempre la psicopatía o el amor por las acciones que se desprenden de la pasión por el poder desmedido.

Este aspecto no se tiene controlado porque el sistema democrático, a veces, no vislumbra los enormes agujeros que puede tener cuando ciertos sectores abusan de ese poder y se establecen con demasiada complacencia en mayorías aplastantes y sin ninguna crítica operativa que corrija las derivas equivocadas del sistema o bien apoyos minúsculos que suman.

Entonces es cuando los avispados intervienen con un despliegue de demagogia, apoyados en gentes muy adictas al mando, el egoísmo y el aprovechamiento de las ocasiones que acaban casi siempre en el arroyo sucio de la corrupción.

Además, el engranaje democrático lejos de tener un aparato de defensa suele mostrar debilidades y resquicios por donde penetran los amigos de lo ajeno con una rapidez inusitada, de tal manera que cuando el buen sentido común detecta el peligro ya se ha instalado en el sistema el vicio y la apariencia de que existen salvadores de las crisis que provoca el disloque y la confianza de los ‘demócratas’ que han vivido una siesta que les ha conducido a caer en brazos de la emboscada política casi mortal.

Sí, en cambio, llegan los autócratas, amantes de lo ajeno, evasores de deberes nacionales y amantes de la anarquía iniciática con el fin de implantar lo que más les gusta a los tiranuelos, que es el mando, el manejo de los medios, la bolsa común y el uso de los medios estatales para hacer ellos mangas y capirotes de todo lo que se les antoje, comenzando por satisfacer los deseos de aquellos más próximos, que se establecen con como la guardia pretoriana del líder y practican el «sí bwana» en todo momento porque si no ruedan cabezas, las más sumisas y próximas las primeras, para que sepan lo que es bueno y porque el líder es mucho líder y hay que andar con cuidado.

Lo más denigrante de las autocracias es que se transforman en dispensadoras de regalías, subvenciones a niveles descarados y casi de limosna para tener al pueblo comiendo en la mano de los sátrapas. Vamos que la imagen de los visires, emires y califas saliendo en sus elefantes de atavío y procesión repartiendo monedas y comida al pueblo, se queda corta ante los favores concedidos a los propios y pelotilleros, cuando se acercan las elecciones para dar un barniz democrático al sistema.

Este fenómeno se produce actualmente en ciertos pueblos, con la mirada bobalicona y complaciente que se le pone a la oposición cuando tiene que echar los restos y se encoge ante acusaciones ciertas o no, no se pone a la tarea de dar la cara y defender su predio de forma eficaz escondiendo la cabeza debajo del ala en un ejercicio de cobardeo sin límites.

De esa forma, los mentirosos compulsivos y genios en el arte de la manipulación lo aprovechan para crear un ambiente casi virtual de paraíso con una mano, mientras con la otra te dejan hasta sin camisa porque ellos se pueden largar de las responsabilidades políticas pertinentes ya que han podrido antes el sistema y se han procurado un maravilloso colchón para tener una jubilación de oro.

Esta pandemia se está extendiendo de forma rápida y sin que haya una reacción adecuada y contundente lo que nos hace pensar en la teoría de la conspiración y de los poderes ocultos que manejan los hijos de los cambios que favorecen los planes de aquellos que verdaderamente manejan los hilos de las transformaciones sociales diseñadas desde despachos poderosos para que las gentes sean la fuente de sus ganancias.

Estemos atentos ante el espectáculo que ya ha comenzado.
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