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Vestidos de colores

24/06/2015
 Actualizado a 14/09/2019
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El pasado mes de febrero, una mujer siria fue ejecutada en plena calle. Arrodillada en el suelo, previo sermón, sentencia, de un imán, un hombre le descerraja un tiro en la cabeza. Otros graban el crimen con sus teléfonos móviles. Su delito, salir a la calle vestida de negro, pero llevando una especie de chaqueta de color rojo. Quizás hacía frío aquella mañana.

Ver el vídeo de la ejecución me lleva a preguntarme, igual que Shakespeare, si es que la razón ha huido del ser humano y ha buscado refugio en los animales. Sin embargo, lo estremecedor es la brutal aplicación que el grupo terrorista Estado Islámico hace de su lógica, razón del poder y de la sociedad.

El poder político, establecido como Estado, debe garantizar las condiciones necesarias para el libro intercambio de ideas y de mercancías. De este primer axioma se deriva la llamada “primera generación” de Derechos Humanos, que tienen como núcleo esencial la libertad y que son derechos ‘negativos’, por limitar un espacio en el que el poder nunca debe intervenir.

Para garantizar que esta libertad sea real, el poder político debe promover la igualdad, no como enemiga de la libertad, al contrario, para extender la libertad a toda la sociedad. Nace así la ‘segunda generación’ de Derechos Humanos, derechos ‘positivos’, en los que el Estado debe facilitar las condiciones que permitan esa libertad: la educación, el trabajo, la vivienda, etc.

Un estado totalitario es aquel, que además de estas condiciones, traspasa todo límite con la intención de abarcar y regulartodos los ámbitos que afectan a la vida de la persona, a la totalidad del individuo, controlando también la esfera ‘espiritual’, imponiendo qué deben creer, qué deben comer, cómo deben vestir, etc. las personas.

Hace unos días, unas mujeres sirias, lograron escapar del terror impuesto por los terroristas del Estado Islámico. Lo primero que hicieron al alcanzar la frontera y sentirse seguras, fue despojarse de las vestiduras negras y sonreír por la felicidad de poder llevar vestidos de colores. Privar a una persona de vestir con colores también es un delito de lesa humanidad.

Y la semana que viene hablaremos de León.
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