28/02/2019
 Actualizado a 17/09/2019
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La primera vez suele ser una experiencia que marca. El tembleque de piernas suele jugar una mala pasada y que las expectativas generadas por lo que has oído a tus mayores no se cumplan. La primera vez, uno no debe tener un miedo excesivo que deje al descubierto la evidente inexperiencia, ni tampoco una brusquedad desmedida que impida disfrutar a la persona con quien la compartes. Al final, supongo que como en todo, en la primera vez hay que ser uno mismo y hacer lo que sale de dentro. Hoy es mi primera vez, mi primera columna en este periódico, y lo que me sale de dentro es acordarme de los míos, de mi pueblo y, por extensión, del mundo rural de León. Siempre recuerdo que la mayor motivación que tuve cuando marché de casa a estudiar la carrera esa que dicen que sirve para juntar letras fue una frase que me dijo una de mis tías: «demuestra que los de pueblos no somos tontos». Algo parecido pudieron leer hace unos meses los lectores de La Nueva Crónica, cuando mi compañero Sergio entrevistó a José Pinto: «se puede ser tonto y de ciudad, y se puede ser tonto y de pueblo». Ayer ‘el lobo de Boom’ dejó de merodear por la zona sur del Reino y si por algo se le recordará, al margen de dejar más que claro que los de pueblo no son tontos, es por su defensa de la vida en los pueblos. Hace apenas unos días vi un vídeo en el que Pinto comentaba que hasta que los altos gobernantes no se dieran cuenta de la relación directa de la agricultura y la ganadería con algo tan básico como comer, no se harían medidas efectivas para fijar población en el medio rural. Calibrado alegato para llevar ante el TSJ una ‘suspensión cautelar’ de la vida en las grandes ciudades. Quizá no sea necesario tal extremo, pero sí reflexionar de donde salen las patatas, los filetes o las cerezas del supermercado para no acabar tan ciegos como un rival del Unión Adarve. Hoy mi primera vez va por ellos, por los que defienden un modo de vida en peligro de extinción, desde un concurso de la tele o desde un sillón de alcalde. Desde la huerta o escribiendo estas líneas. O, por qué no, con música como hace ‘Vermuzazo’. Un vermuzazo que hoy va por José Pinto y por todos aquellos que se esfuerzan a diario en demostrar que no, que los de pueblo no somos tontos.
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