Veraneo Nacional

Por Ángel Suárez Corrons

Ángel Suárez Corrons
25/08/2022
 Actualizado a 25/08/2022
Portadas de 'Operación Cabaratera' y 'La Caza' | L.N.C.
Portadas de 'Operación Cabaratera' y 'La Caza' | L.N.C.

Operación Cabaretera

En una selección de películas veraniegas es imprescindible incluir alguna de nuestras entrañables españoladas de la época de la irrupción del biquini, las suecas y las vicisitudes veraniegas de las playas levantinas. Personalmente prefiero las de los años 60, anteriores a que a partir de 1976 la chabacanería invadiera la cinematografía nacional. La que traemos hoy a este suplemento veraniego se desarrolla entre Málaga y Marbella, está protagonizada por la pareja cómica de moda en la época: José Luis López Vázquez y Gracita Morales, y reúne los dos elementos más de moda en el momento: la fascinación por la invasión turística extranjera de nuestras costas y la bondmanía.

Hipólita (Gracita Morales) es una cabaretera con escaso éxito tanto en el descorche como en el escenario. La casualidad hace que conozca a Daniel Antúnez (José Luis López Vázquez), un viajante que suministra artículos de broma. Ambos entrarán en contacto con un agente chino literalmente copiado del Oddjob de ‘007 contra Golfinger’ (1964), lo que les introducirá involuntariamente en una compleja trama de espionaje y microfilms en la que interviene el gobierno chino y la mafia norteamericana. La fórmula se repitió en otras películas de casi idéntico reparto y equipo, como ‘Objetivo Bi-Ki-Ni’ (1968) y ‘Operación Mata-Hari’ (1968).

El indiscutible talento de la pareja protagonista para la comedia más disparatada se une a la encomiable labor de Mariano Ozores en la dirección y en el guión, lleno de giros, enredos y malentendidos, que introduce al omnipresente Xan das Bolas y al siempre hilarante Antonio Ozores.

Como casi todas las del subgénero se trata de cine sin pretensiones ni complejos, desenfadado y sin más fin que el provocar la carcajada y hacer pasar un buen rato. Por ello, y especialmente por otros motivos más políticos que artísticos, este tipo de películas se ha ganado el injusto desprecio de la intelectualidad, que se extiende a la totalidad de la obra del director y guionista. Con más de 90 películas en su haber, a Mariano Ozores debemos algunas comedias verdaderamente irrepetibles, algunos títulos magníficos fuera del palo cómico, como ‘Alegre Juventud’ (1962), un documental como ‘Morir en España’ (1965), e incluso una incursión en la ciencia ficción: ‘La Hora Incógnita’ (1963).

El verano es el momento perfecto para quitarnos los complejos y reírnos de nosotros mismos disfrutando de comedias como ‘Operación cabaretera’.

La Caza


No todo el cine español veraniego se limita a las comedias de suecas y biquinis. Para contrapesar la ‘Operación cabaretera’ que hemos reseñado a la izquierda traemos una película que sí hizo y sigue haciendo las delicias de la intelectualidad. Oso de Plata a la mejor dirección en el Festival de Berlín, se trata del filme que consagró internacionalmente como director a Carlos Saura, y el que da comienzo a la colaboración entre el director y Elías Querejeta.

Tres amigos, excombatientes de la Guerra Civil, se reúnen para un domingo de caza de conejos en un paraje que había sido escenario bélico, a la que asiste como invitado un adolescente cuñado de uno de ellos. José (Ismael Merlo), el anfitrión, separado y en bancarrota, ha organizado la cacería para poder pedir un préstamo al exitoso Paco (Alfredo Mayo). Luis (José María Prada), es un apocado empleado de aquél, incapaz de enfrentarse a sus humillaciones. El adolescente Enrique (Emilio Gutiérrez Caba), que representa a la generación que no vivió la guerra, ajeno a las dinámicas de rencor y remordimientos de los otros tres, contemplará con una mirada inocente y estupefacta la dinámica entre los tres protagonistas. El guarda del coto y su sobrina completan el cuadro de personajes. A lo largo de la jornada irán saliendo a la luz los rencores entre los tres personajes principales y las tensiones crecerán paulatinamente recocidas bajo en intenso sol de los páramos desérticos de la Meseta.

A medio camino entre el teatro y la nouvelle vague, la película nos hará profundizar a un ritmo perfecto en la psicología de los personajes, y nos introducirá de lleno en una atmósfera profundamente agobiante. A ello contribuye una magnífica partitura para piano y batería, salpicada por algún interesante tema ye-ye, la perfecta fotografía en banco y negro, y muy especialmente las extraordinarias interpretaciones de los tres protagonistas. La narración transcurre en paralelo a la cacería, que llena el filme de metáforas no aptas para estómagos sensibles.

La vanguardia cinematográfica de la época alabó enormemente la película, y el propio Sam Peckinpah declaró en cierta ocasión que le influyó hasta el punto de cambiar realmente su vida. Por lo que respecta a al común de los mortales, la película es recomendable solo para los amantes del psicodrama. Alguien dijo que te encantará si has disfrutado leyendo ‘El señor de las moscas’ de William Golding o viendo ‘El proyecto de la bruja de Blair’ (1999).
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