Hay cientos de paredes que esperan tiempos mejores. O que se rematen los tiempos malos que las dejaron a medio camino. O que su dueño no ve la necesidad de continuar la obra, "total para lo que lo utilizo".
Y detrás de cada pared hay una historia. De leoneses.
Se dice siempre que en esta tierra levantas una piedra y aparece un romano, será verdad, pero miras cualquier pared... y aparece un leonés. Y una historia.
Muchas están hechas por los dueños "con mis propias manos" y según su buen saber y entender. O el del vecino pues te lo pueden explicar así: "La empecé haciendo con una fila de ladrillos normales y la siguiente con los agujeros para la calle y el interior porque me dijo el vecino que salía el vaho por ahí y no tenías que andar con ventanas".
- ¿Y la parte de arriba?
- Pues vino otro vecino y no negaba que saliera el vaho por los agujeros, pero lo que estoy seguro es de que por el invierno entra un frío que les vas a tener que poner mantas eléctricas a las vacas.
Pero lo peor es cuando terció el tercer vecino en discordia: «¿Te digo la verdad? Pues que se cansó de partir ladrillos por la mitad para que dieran cara los agujeros y cogió y tiró todo tieso para arriba. Déjate de filosofías de vahos y fríos...
– ¿Y ese pegote en el medio?
– Pues también sobrarían las teorías. Que si el rapaz se empeñó en que se aburría en el pueblo, que no podía jugar a baloncesto; otros...
En fin, que la cosa daría para un máster de treinta créditos, pero no están los tiempos para másteres...
Igual está cerrado ya el plazo de matrícula.
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