En los actos participaron vecinos llegados de todas las localidades del municipio para rememorar la primera gran fiesta que se celebra tradicionalmente en la Montaña tras el duro invierno,aunque ya no haya jóvenes como los de épocas pretéritas que acudían a la verbena y luego regresaban de madrugada a segar, sin que casi nunca se les oyera una triste queja.
Cabe recordar que Vegamián celebraba la fiesta de San Antonio cada 13 de junio sin importar el día de la semana en que cayera, pues contaban con la Ermita en un precioso valle a orillas del río donde acudían gentes de todos los pueblos. Ahora, medio siglo después, no tienen pueblo, pero gozan de una enorme voluntad para celebrar esta fiesta que reúne a esos antiguos vecinos que tuvieron que emigrar lejos de sus orígenes, muchos de ellos lejos de la España que siguen añorando.
Este domingo, los actos comenzaron con el nombramiento de las nuevas madrinas: las Hermanas Escolásticas y Ángela Díez Rodríguez para relevar a Lídia Reyero, y Herminia Fernández, que presidieron los actos durante toda la jornada, así como la procesión del Santo por varias praderas para regresar por la puerta de la antigua ermita, reconstruida en Pardomino. La organización invitó a todos a una degustación de torta bendita regada bien con mistela bien con vino.
Catering especial
En ésta edición,un antiguo vecino, Ángel Bayón, propietario del restaurante O’ Portiño en Madrid y especializado en mariscos, acudió con varias furgonetas llenas de viandas para ofrecer un catering especial a a todo el público.
«Cada vez vamos quedando menos de mi generación, aunque hay que aplaudir la presencia de jóvenes descendientes del pueblo quesiguen luchando para no perder esta tradición. Porque estar aquí hoy es como estar en el pueblo hace medio siglo, pues te encuentras con muchos antiguos vecinos que no veías desde hace años y eso nos devuelve mucha alegría», comentaba Ángel Bayón con una mezcla de nostalgia y orgullo por que la reunión se mantenga viva después de tantos años.
Además, el grupo de música tradicional La Ribera acompañó los diferentes actos, antes de los juegos infantiles y la limpieza general de la pradera como despedida. El colofón a esta romería lo pusieron Julia y Milagros que recibieron una placa conmemorativa por llegar a los 90 años.