Secundino Llorente

¡Vaya desbarajuste!

22/09/2022
 Actualizado a 22/09/2022
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Las previsiones de un comienzo de curso escolar ‘caótico’ en España se van cumpliendo. Más de ocho millones de estudiantes no universitarios han comenzado un curso que deja por fin atrás las restricciones provocadas por la pandemia de COVID, pero que tienen que enfrentarse a la peor crisis educativa, con la implantación de una nueva ley muy polémica y discutida y en un contexto de dificultades económicas con la inflación por las nubes.

En los centros escolares ha entrado en vigor la nueva ley sólo en los cursos impares por lo que en el curso actual van a convivir la antigua LOMCE con la nueva LOMLOE. Los problemas empiezan cuando varias comunidades autónomas ni siquiera han aprobado en el comienzo de curso los decretos que detallan lo que tienen que aprender los alumnos. Esto significa que comienzan las clases sin conocer los cambios en los contenidos y en la forma de impartirlos respecto a los de la ley Wert anterior. Los profesores de unos cuatro millones y medio de escolares (el 57,5% del alumnado matriculado en España), han llegado a sus colegios e institutos y se han encontrado unos borradores para que puedan preparar con tiempo las programaciones, pero sin tener nada seguro, ni itinerarios, ni contenidos concretos de las asignaturas, ni horario semanal de las materias y sin unos libros de texto en los que apoyarse. Díganme cómo se puede organizar el curso así. En estas fechas, en todos los centros escolares de España, se debería estar elaborando y aprobando la Programación General Anual (PGA) que sirve para garantizar el desarrollo coordinado de todas las actividades educativas, el correcto ejercicio de las competencias de los distintos órganos de gobierno y de coordinación docente y la participación de todos los sectores de la comunidad escolar. Los objetivos de la PGA serán establecer las pautas más elementales referidas a organización y funcionamiento general del centro escolar y evaluar el Proyecto Educativo de Centro (PEC). Los viejos profesores sabemos muy bien que cada vez que cambia una ley educativa es imprescindible modificar y aprobar los PEC. Yo lo soporté varias veces y les aseguro a ustedes que esa fue la tarea más desagradable de mi vida profesional. Por eso, en este curso escolar tan epatante y caótico, yo tengo una sensación de lástima de los claustros de profesores y, especialmente, de los equipos directivos.

Pero deseo destacar algunas cosas más que deberán estar enojando e, incluso, irritando a los profesores. Ellos desconocen cómo aplicar la nueva norma para elaborar sus programas porque la LOMLOE impone un cambio en la metodología, una nueva forma de enseñar y de aprender centrada no tanto en el conocimiento como en las habilidades a desarrollar, en dar prioridad en saber aplicar lo que se aprende. Pero nadie ha formado previamente al profesorado para llevar a cabo con seguridad esta tarea. Me gustaría saber cuántos profesores están hoy preparados para impartir a sus alumnos las matemáticas socioafectivas, ecofeminismo, ecodependencia o el estudio de los animales como ‘seres sintientes’.

Eso sí, en este nuevo curso aún se celebrará la EBAU, tal y como la conocemos. Seguiremos con el ‘modelo pandemia’ de los dos últimos años, fácil, sin apenas suspensos y con el 80% de sobresalientes de media. La repetición será excepcional o difícil de encontrar, los alumnos podrán pasar de curso y graduarse en la ESO sin límite de suspensos, si los profesores creen que los estudiantes han adquirido las competencias mínimas exigidas. Tampoco habrá calificaciones numéricas ni exámenes de recuperación extraordinarios. Esto es ‘jauja’. ¡Cómo me temo que el informe PISA del próximo año nos va a sacar los colores!

Por si éramos pocos…En el año de mayor crisis económica conocida, al Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 de Ione Belarra se le ocurrió implantar la nueva figura del ‘coordinador de Bienestar’. Estos profesionales deberán estar en todos los centros educativos donde estudien menores de edad, ya sean públicos, privados o concertados, es decir, en todos los colegios e institutos de España. En palabras de la ministra: «Deben ser la pieza que se encargue de que se implementen los planes y protocolos en el ámbito educativo, en el ocio y el deporte, de escuchar a los menores y sus avisos sobre cualquier tipo de violencia, y de comunicar las situaciones de riesgo». Si esto es cierto y se toma en serio ya tenemos una plaza más en todos los centros educativos de España. ‘Mucha tela’. Se necesita un profesional más en cada centro con la formación suficiente y a jornada completa para que esto se haga bien. Eso requiere dinero, de lo contrario lo que se logrará es una chapuza a coste cero, sobrecargando a las plantillas y con muy pocas posibilidades de superar a los actuales coordinadores de convivencia.

Termino con una petición de ánimo a los profesores. En los momentos difíciles de pandemia salimos adelante gracias al valor y los ‘redaños’ del profesorado.Otro tanto va a ocurrir ahora. Ellos se encuentran perdidos, sin saber por dónde empezar o cómo programar. Todo es una incógnita para ellos. Pero pueden los lectores estar seguros de que saldremos adelante una vez más gracias a los profesores, a su buena voluntad, a su mucho trabajo y esfuerzo. ¡Ánimo, compañeros, y gracias!
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