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Vandalismo de verano

20/08/2018
 Actualizado a 09/09/2019
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Todos los años pasa y lo peor es cuando pienso si habrá que resignarse a pensar que tiene que ser así. Que por el verano se llenan los pueblos de gente maja a la quequieres volver a ver y también de impresentables a los que les deseas que la vida le vaya tan bien que prefieran veranear en Cancún y no en León; de hijos de la tierra que vuelven de Madrid para adecentar un poco la casa de los padres o abuelos, disfrutando de la ruralidad y sus costumbres, y de bárbaros que se plantean que en los quince días de vacaciones tienen que mangarla trece o catorce veces por lo menos.

El año pasado me contaron la historia de un chaval de diecisiete, hijo único de padres separados, que vive a cuatrocientos kilómetros de aquí pero tiene a unos abuelos en La Bañeza y a otros en La Valduerna. Cuando terminaron las clases sus padres se echaron a suertes el no cargarse todo el verano con el elemento y al final llegaron a la conclusión de que lo mejor era meterlo en el autobús y para el pueblo. Que entre los abuelos de una y otra parte lo aguantaran hasta septiembre. No voy a entrar en detalles. Pero menuda joyita el chaval.

Este año, hace un mes fueron dos malhechores los que se cebaron con la iglesia de Adrados, profanando sin piedad un lugar sagrado. Hace cuatro días otro elemento, de esos que vienen de ‘veraneo’ a la provincia, arrancó de cuajo los árboles que se encontró a su paso en una calle de La Bañeza que no hace un año que fue arreglada mientras una amiga lo grababa en vídeo. En Tabuyo han aparecido las tablas de varios bancos rotas. En Astorga señales dobladas y papeleras rotas. En La Cepeda los espejos retrovisores de varios coches rotos y los neumáticos rajados. En Canales-La Magdalena hay daños en la iglesia, las escuelas, las piscinas, el parque…

La razón por la que todo esto va a más es que no hay sentencias ejemplarizantes y le reímos las gracias al que deberíamos condenar a trabajar como misionero en el Congo diez años por profanar una iglesia en León y nos cruzamos de brazos en vez de obligar a estar un año plantando pinos de sol a sol en Castrocontrigo por arrancar tres árboles en La Bañeza. Por poner un par de ejemplos.
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