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Vallejo o la cólera de Dios

07/11/2015
 Actualizado a 09/09/2019
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Mientras recorríamos los trescientos y pico kilómetros que separan Astorga de Madrid, Lucio Ángel me contaba sus gustos en música clásica. Tenía en su Renault Laguna una buena colección de cedés con autores potentes: Wagner, Brahms, Beethoven…me apuntaba los mejores movimientos de cada pieza, los más sonoros, los más exquisitos. Hablaba también de arquitectura; la primera parada en la capital sería en un estudio, donde ya tenían preparado el plano final de la modernísima y fastuosa iglesia del Rosal de Ponferrada. Muchos millones para el templo que pretendía ser uno de los emblemas del obispado y firme legado de su obra.

En seguida nos dirigimos a la calle Alfonso XI, estudios centrales de la cadena Cope (estaba poniendo en marcha Popular TV en Ponferrada). Se movía el sacerdote con elegancia por la planta noble del edificio. Me presentó al que era presidente del grupo, Alfonso Coronel de Palma; hablaba con él con máxima confianza, de tú a tú. De ahí a comer a un magnifico restaurante cercano, pagó la Cope. Ese día definitivamente entendí quién era este hombre, hoy absorbido por un mayúsculo escándalo.

Antes de llegar a Astorga hicimos parada en el famoso Tomillar, en Celada. Me pareció un refugio moderno, pero no lujoso. Con gusto y buenos materiales, pero creo que en esa urbanización es de lo menos grandilocuente que hay, aunque sí llamativo, no lo vamos a negar.

Todo esto me sirve para que entiendan quién es este hombre. Culto, inteligente, bastante ‘sobrado’, queriendo ser en todo momento el centro de atención, rayando en muchas ocasiones el límite de lo moral (para un cura) pero no el demonio encarnado que esta semana periódicos, radios y televisiones han querido hacer de él.

Y es que vuelvo a quedarme penosamente sorprendido por la actuación de algunos medios con este asunto. Este señor es muy malo y todo lo hizo para su propio beneficio. Mentira. Este señor tiene pisos de lujo en Astorga y una mansión en Celada. Mentira, ni lujo en los pisos, ni por supuesto mansión en Celada. Este señor se enriqueció con el obispado. Mentira. Vamos a ser serios. Alucino cuando le achacan la inversión que realizó en Gescartera. Pues como mucha otra gente que fue estafada. Un dinero que por cierto se recuperó para la diócesis. Una cosa es que moralmente no debería haber invertido y otra que fuera ilícito o ilegal o que no fuera un perjudicado más.

Y no dudo, así lo escribí en 2012, que las formas fueran mejorables, que la iglesia deba dar otro concepto del dinero. Pero quizás con ese otro concepto no se hubiera reformado la nueva casa sacerdotal, que da una residencia digna a curas retirados. La nueva sede de Cáritas, el albergue para indigentes con más espacio y mejores prestaciones.

Con ese otro concepto del dinero no se hubiera podido realizar el proyecto del ‘Palacio Escondido’. Porque este monumento y su reforma del que ahora Junta y Ayuntamiento presumen fue idea y obra de Vallejo Balda. Él entendió que el palacio debía abrir sus estancias y mostrarlas, sus escaleras interiores, su azotea, el interior de sus pináculos.

En cuanto a lo del Vaticano. Y a riesgo de que me lluevan palos hasta en el carné de identidad. Revelar secretos, filtrar documentos sin permiso. Destapar conversaciones privadas. Todo es denunciable y reprochable. Deberá pagar por ello, si se demuestra. Pero piensen un momento. Si es cierto lo que dicen, gracias a las filtraciones del ‘pájaro espino’ se han podido publicar dos libros, este mismo jueves, en donde se desvelan los despilfarros del cardenal Bertone y compañía. Las trabas que se están poniendo al Papa para impedir su tan necesaria reforma económica. Los tremendos sueldos de algunos cardenales y empleados (hasta 15.000 euros al mes). Gracias a estas acciones hemos podido saber que Francisco I no es solo fachada. Puertas adentro también es un pontífice que quiere cambiar la Iglesia. Que la quiere modernizar y volver más humilde, más cercana. Pues yo me alegro de conocer estas cosas. El autor de uno de esos libros así lo decía también. Lucio Ángel acaba de condenarse, pero también se ha llevado por delante las rémoras del Vaticano, engrandeciendo más a Jorge Bergoglio. Pues como decimos por aquí: oiga, ni tan mal.
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