22/04/2023
 Actualizado a 22/04/2023
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Sin escribir yo sería un desgraciado. Así lo dice y así lo siente y así lo sabe César, el escritor que protagoniza ‘Vagalume’, la última novela de Julio Llamazares. Algo absurdo y sin sentido para la mayoría de las personas como es escribir, dice también César, se convierte para él en una tabla de salvación para soportar la vida. Y mucho más porque, como para Pessoa, escribir es su manera –gozosa– de estar solo.

Vagalume es luciérnaga en gallego y Llamazares utiliza esta metáfora para referirse a los escritores, que son luces en la noche porque están escribiendo, como hace él a esas horas. En estos días en los que los vagalumes apagamos nuestros flexos y empezamos a vagar por ferias del libro, me gusta también recordar que en ‘Vagalume’ se dice que el verdadero escritor escribiría aunque no publicara.

Hace unos días les decía a los alumnos y alumnas del Máster de Creación Literaria de la Universidad Complutense que si querían ser moderadamente felices debían ir a favor de su naturaleza y nunca en contra. Es decir, debían escribir. Como fuera. Un alumno me decía que siempre que pensaba en escribir algo, le parecía que excedía de sus fuerzas o de sus conocimientos o de su talento. Le contesté que me preocuparía que no fuera así porque no hay nada peor que creer saberlo todo.

Escribimos para explorar y ‘Vagalume’ es una novela sobre la pasión de escribir y sobre la necesidad de hacerlo. Su protagonista dice que escribir es estar dentro y fuera de la vida al mismo tiempo, que escribir le expulsa de la vida y a la vez le sumerge en su misterio. Con la escritura buscamos comprender a los demás y, a la vez, a nosotros mismos. No es poca cosa, desde luego.

Michel de Montaigne aseguraba que era necesario «salirse del ser» y que buscamos otras maneras de ser porque no comprendemos el uso de las nuestras. Salimos fuera de nosotros «porque no sabemos qué tiempo hace fuera» y, a la vez, ya lo decían los clásicos, conocerse nos ayuda a vivir. Como recordaba el propio Montaigne, incluso en el trono más alto del mundo «sólo estamos sentados sobre nuestro culo».
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