05/01/2021
 Actualizado a 05/01/2021
Guardar
El año 2020 se ha quedado atrás, pero no se ha producido ningún cambio brusco entre el 31 de diciembre y el 1 de enero, sino que, como diría Julio Iglesias, «la vida sigue igual». Sin embargo, hay en estas fechas un deseo unánime de que el año nuevo sea mejor que el que se fue, si bien ese cambio no va a ser automático. Aunque se diga que el tiempo todo lo cura, poco podrá hacer si no ponemos algo o mucho de nuestra parte. Desgraciadamente en todos estos meses de pandemia han aflorado infinidad de casos de gente irresponsable, egoísta e insolidaria, que no han pensado para nada en las consecuencias de su forma de actuar, contribuyendo así a la expansión del virus. Probablemente tampoco nosotros hemos actuado siempre con todas las precauciones.

En todo caso hay una palabra que ha estado siempre en labios de todo el mundo, a veces casi como la única esperanza de que todo esto se solucione: la vacuna. Parece lógico que ante una crisis sanitaria y epidemiológica tan inmensa los científicos se hayan puesto a trabajar sin descanso para conseguir la medicina que nos inmunice y nos libere de este virus cuyas consecuencias son realmente destructivas no sólo en vidas humanas, sino en otros aspectos económicos y laborales y sociales. Nos alegramos de que este esfuerzo haya dado su fruto. Pero, al mismo tiempo, nos encontramos con una gran contradicción en el sentido de que muchos dicen que no piensan vacunarse. Prefieren esperar a que otros experimenten en su carne los efectos de la vacuna y, después, si la cosa funciona, podrán cambiar de idea. Que se fastidien otros. En el fondo parece también una actitud egoísta. Claro que les puede salir mal la jugada y ser sus propias víctimas precisamente por este rechazo.

Ello quiere decir que necesitamos también otras vacunas, además de las creadas para combatir el coronavirus. Se trata en primer lugar de las vacunas contra el egoísmo y la insolidaridad, pero también contra la mentira y el engaño. Ya sabemos que no es fácill gestionar una crisis como la presente, pero no es difícil comprobar cómo el gobierno de la nación ha dejado bastante que desear, buscando solamente sus propios intereses y aprovechando esta situación de desconcierto y alarma para imponer con urgencia sus ideologías y aferrarse al poder. Leyes de educación, de eutanasia, de memoria democrática, afán de eliminar la independencia de la justicia… son ejemplos del nacimiento de una nueva dictadura y mucho nos tememos que gran parte de la gente no está vacunada para impedirla y rechazarla.
Lo más leído