¿Vacuna para todos o sálvese quien pueda?

Ahora resulta que casi la mitad de los españoles no está dispuesto a ponerse la vacuna contra el coronavirus una vez que esté disponible, tal y como recoge el último barómetro del CIS

Sofía Morán
29/11/2020
 Actualizado a 29/11/2020
vacuna-291120.jpg
vacuna-291120.jpg
Hace justo una semana que Pedro Sánchez anunciaba que «una parte muy sustancial de la población podrá ser vacunada, con todas las garantías, a lo largo del primer semestre de 2021». Con una estrategia de vacunación contra el coronavirus «única para todo el territorio», que se pondrá en marcha previsiblemente en el mes de enero.
El pasado martes era el ministro de Sanidad, Salvador Illa, quien explicaba que los primeros en vacunarse serían «los residentes y personal sanitario de residencias de personas mayores y con discapacidad». La vacuna será gratuita y voluntaria; y se espera que España reciba 140 millones de dosis.

También las grandes farmacéuticas que trabajan a contrarreloj en las vacunas contra el covid-19, han anunciado en los últimos días los altísimos datos de efectividad de sus respectivas fórmulas, y se han publicado detalles sobre su conservación, el número de dosis necesarias, o el desarrollo de sus estudios clínicos.

Pero alegrías las justas, y ante el miedo de que «nos vengamos arriba» y dejemos de lado las restricciones y medidas de seguridad, los expertos piden cautela y avisan de que aún estamos en una fase preliminar. Como si esta no fuera la primera bomba de oxígeno que recibimos después de nueve meses de agónica pandemia.

Pero ni celebraciones ni fanfarrias, lejos de dejarnos llevar por la euforia, ahora resulta que casi la mitad de los españoles no está dispuesto a ponerse la vacuna contra el coronavirus una vez que esté disponible, tal y como recoge el último barómetro del CIS. Un 48,3% de los encuestados mira el fármaco con más recelo que optimismo.

El «yo no me la pongo ni de coña», en todas sus versiones y formas, es lo que yo escucho constantemente en mi entorno más cercano, y también lo que se debate a brazo partido en las redes sociales.

Así que no sé qué decirles, ¿entonces no llevamos nueve meses esperando con verdadera ansia que la ciencia diera con una vacuna que terminara por fin con la pesadilla?
La cosa es que hace un año nadie tenía ni idea de cuánto tiempo podía tardar una vacuna en salir al mercado, en qué consistía el proceso, o cuantas fases debía superar. Ahora directamente nos planteamos si preferimos la de Pfizer o Moderna. Comentamos con soltura si será posible su conservación a -80 grados o si nos convencen sus datos de efectividad. Y es que está claro que nueve meses de pandemia dan para mucho.

Vivimos en una sociedad de expertos, ustedes ya lo saben, hemos superado con creces el tema de la epidemiología y ahora nos zambullimos sin complejos en la biología molecular. Ya sabemos que el plazo habitual para sacar adelante una vacuna puede llegar a rondar los 10 años, así que la duda está en saber cómo es posible que la del covid-19 esté lista en unos cuantos meses. Enseguida hemos llegado a la conclusión de que la vacuna no es segura porque llega demasiado pronto. Y ese, es precisamente el problema, que antivacunas aparte, lo que hay en realidad es una tremenda falta de información.

Eso explica que vivamos en la idiotez de querer salvar la insalvable Navidad, pero que rechacemos de plano nuestra única oportunidad de regresar, de alguna forma, a nuestra vida normal, a la de antes, ¿se acuerdan?

La gigantesca inversión de los países con rentas más altas, y el esfuerzo sin precedentes de toda la comunidad científica, es lo que ha permitido reducir los plazos para sacar adelante estas vacunas. Es importante entender que cuentan con una financiación impensable en otros momentos y para otras vacunas, que sin duda es lo que más ralentiza estos procesos. Además, para poder comercializarla, antes debe de ser aprobada por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), que cuenta con equipos muy potentes para evaluar la eficacia y la seguridad de las vacunas, y tienen un sistema muy exigente. Eso debería darnos cierta tranquilidad.

Es hora de que médicos especialistas en el tema (ojo que el doctor Cavadas además de opinador, es cirujano plástico), inmunólogos y epidemiólogos hagan la pedagogía necesaria para que la inmunización de la población llegue a buen puerto. Y de paso, para que yo pueda abrazar pronto a mi madre.

Sofía Morán de Paz (@SofiaMP80) es licenciada en Psicología y madre en apuros
Archivado en
Lo más leído