Secundino Llorente

Vacaciones bien merecidas

05/08/2021
 Actualizado a 05/08/2021
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Ya estamos en agosto. En este mes suelen cerrarse todos los centros educativos en España. Es el ‘tiempo muerto’ entre un curso que termina y otro que está a punto de comenzar. Este es un buen momento para dedicar mis comentarios a lo que considero más importante en el mundo de la educación: ‘el profesor’. Es cierto que el objetivo de la educación son los alumnos y hacia ellos deben estar centrados todos los esfuerzos y trabajos, pero el docente es la pieza clave del puzle educativo. Expondré mi idea sobre lo que para mí es fundamental en un profesor y cuáles deben ser sus capacidades o habilidades. Terminaré fundamentando mi discurso en la autoridad del Papa Francisco que, al principio del curso que ahora termina, se atrevió a definir al profesor y su labor docente.

Si tuviera que aplicar un adjetivo a la profesión de docente este sería, sin lugar a duda, ‘vocacional’. Si disfrutas dedicándote a los alumnos y si te gusta la profesión, te aseguro que es un privilegio de unos pocos afortunados, pero, de lo contrario, si no entras con ilusión en el aula, tu profesión se puede convertir en un martirio. Para trabajar en una central lechera no es imprescindible tener vocación, pero para hacerlo en un colegio o en un hospital, sí. Ser un buen profesor no es nada fácil. Se necesitan una serie de habilidades. capacidades, aptitudes, destrezas o, según la nueva moda, ‘competencias’. Son muchas estas posibles competencias, pero yo voy a destacar cinco y por orden de preferencia: - «Tener buen ‘filin’ con los alumnos» ayuda mucho para que aprendan más fácilmente y, si es con una atención individual, aún mejor. Los niños se dan cuenta siempre del cariño del profesor y partir de ahí todo es muy fácil. – «Estar al día en la práctica docente» y aprendiendo continuamente los procesos que ayuden a la enseñanza de sus alumnos. – «Conocer diversas metodologías» para poder aplicarlas adecuadamente en cada situación como clases individuales, trabajos en grupo o prácticas. – «Planificar perfectamente lo que deseas que tus alumnos aprendan», pero no siguiendo un libro de texto al pie de la letra sino seleccionando los contenidos y recursos que deseas aplicar en cada clase. -Por último, no queda más remedio que adaptarse a la realidad actual y los profesores deben «dominar y aprovechar las ventajas que suponen las nuevas tecnologías» aplicadas al aula. Este cariño y esta entrega a los alumnos sólo es posible con una gran vocación.

En el mes de marzo de 2020 se habían cerrado todos los colegios en España. Al final de curso se palpaba un deseo unánime de volver a la enseñanza presencial. No se podía continuar con la enseñanza virtual y los niños confinados en casa. El comienzo de curso se presentaba muy complicado y difícil. Era necesario desarrollar protocolos para implantar las medidas sanitarias en los colegios con garantía y efectividad. Esto requería un proceso de diseño, que tendría que realizarse en base a las condiciones y necesidades particulares de cada centro. Para los profesores era una situación sin precedentes. Además de prepararse ellos, deberán informar a los estudiantes y a sus familias sobre el uso de mascarillas, lavado de manos frecuente, distanciamiento social y saber cómo hacer frente al virus. Por otra parte, bajaron las ratios, aumentaron los cupos. Era necesario controlar los movimientos en recreos, entradas y salidas. Terrible prueba para los claustros. La evaluación de la sociedad española para alumnos y profesores al final de curso ha sido «excelente». Nuestra felicitación a los profesores por superar con éxito y profesionalidad este curso del COVID tan difícil y complicado. Por supuesto que os habéis ganado con creces estas vacaciones.

Esta es mi visión fría y objetiva sobre el profesorado. El Papa Francisco en el inicio del curso que ahora termina dedicó unas palabras entrañables a los profesores pidiéndoles que sean fuertes y valientes y que tengan fe en lo que hacen porque dedicarse a la educación es el mejor servicio que se puede prestar a la sociedad. Es, como yo decía al principio, «un privilegio de unos pocos afortunados». Este fue su emocionante elogio a la función docente al que no modifico ni una coma porque no tiene desperdicio: «El Sol no se apaga durante la noche, se nos oculta por un tiempo para encontrarnos ‘al otro lado’, pero no deja de dar su luz y su calor. El docente es como el Sol. Muchos no ven su trabajo constante, porque sus miras están en otras cosas, pero no deja de irradiar luz y calor a los educandos, aunque únicamente sabrán apreciarlo aquellos que se dignen «girarse» hacia su influjo. Yo les invito a ustedes, profesores, a no perder los ánimos ante las dificultades y contrariedades, ante la incomprensión, la oposición, la desconsideración, la indiferencia o el rechazo de sus educandos, de sus familias y hasta de las mismas autoridades encargadas de la administración educativa. La educación es el mejor servicio que se puede prestar a la sociedad, pues es la base de toda transformación de progreso humano, tanto personal como comunitario. Este sacrificado servicio pasa desapercibido para muchos. Probablemente, ustedes no podrán ver el fruto de su labor cuando éste aparezca, pero estoy convencido de que gran parte de sus alumnos valorarán y agradecerán algún día lo sembrado ahora. No confundan nunca el éxito con la eficacia. En la vida no siempre lo eficaz es exitoso y viceversa. Tengan paciencia, mejor, esperanza. No olviden que la clave de toda obra buena está en la perseverancia y en ser conscientes del valor del trabajo bien hecho, independientemente de sus resultados inmediatos. Sean fuertes y valientes, tengan fe en ustedes y en lo que hacen. Que Dios les bendiga y bendiga su abnegada labor diaria, la mayoría de las veces oculta, silenciosa e inapreciable, pero siempre eficaz y valiosa».

Felices vacaciones, profesores. «Las tenéis bien merecidas».
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