24/05/2017
 Actualizado a 16/09/2019
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Hace alrededor de mes y medio, la Junta de Castilla y León daba a conocer el borrador del calendario escolar para el próximo curso. Y, en la propuesta, el Lunes, el Martes y el Miércoles Santo son lectivos, y las vacaciones se dejan –podemos decir– para la semana siguiente.

Debe de ser, por lo que se dice, para equilibrar la duración del segundo y del tercer trimestre pero… vamos, no creo yo que suponga tanto trastorno; sobre todo si se tiene en cuenta que, por lo general, suelen ser jornadas sin especial intensidad académica. Salvo que a algún profesor le dé por poner un examen, claro, que tampoco sería la primera vez; que si no son ganas de tocar las narices, bien lo parece…

Sin embargo, ‘semanasanteramente’ hablando, sí que hay mucho en juego. No coinciden, por lo general, las procesiones con las clases, pero sí que se pueden solapar con actividades extraescolares. De todas formas, si los chavales tienen clase el Lunes, el Martes y el Miércoles, deben atender a sus obligaciones, y no pueden meterse de lleno en la ‘vida’ cofrade…

Ni que decir tiene que el borrador del calendario no ha gustado en el mundo cofrade de Castilla y León, una comunidad autónoma cuyos políticos dicen apostar por la Semana Santa y presumen de contar con no sé cuántas declaradas de intereses turísticos varios. Además, después de tres años coincidiendo las vacaciones con la Semana Santa, la polémica, aunque no es nueva, parecía ya zanjada.

La reacción semanasantera se ha hecho esperar hasta la asamblea general de Juntas de Semana Santa de Castilla y León, celebrada el pasado 6 de mayo en Medina del Campo. Y allí, todos a una, decidieron oponerse a la propuesta, anunciando un escrito dirigido al consejero de Educación –leonés, por cierto–, Fernando Rey; a la de Turismo, María Josefa García Cirac; y al presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera.

Al menos, parece que ha servido para algo, y que cada localidad, si así lo decide la mayoría de sus centros educativos, podrá disfrutar de sus vacaciones escolares entre el Viernes de Dolores y el Domingo de Resurrección. Y, así, nada impedirá a los estudiantes vivir plenamente la Semana Santa. Menos mal…
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