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Va cantando la lección

27/02/2019
 Actualizado a 16/09/2019
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Aunque «a nuestro parecer cualquiera tiempo pasado fue mejor» –escribió Manrique–, no es del todo cierto, pues la Civilización humana es una historia de progreso. Pero tampoco es cierto que todo lo nuevo sea bueno. Personalmente, de estos tiempos modernos, lo que me preocupa y provoca rechazo es la velocidad, el impulso vertiginoso con el que se suceden los acontecimientos. Velocidad y vértigo que imprime a la realidad un cariz banal y vano, pues lo que no ha acabado de llegar, rápidamente, casi con ansia, ya es sustituido, reemplazado por otra novedad, quedando desfasado antes de ser. Velocidad y vértigo que no da oportunidad a que lo que sucede vaya sedimentando su poso, naturalmente, en el fondo del río, que nos impide comprender, asimilar como nutrientes lo que pasa, porque todo pasa demasiado rápido. Un individuo sin memoria, es un individuo inconsistente y, por tanto, más dúctil y maleable. Y esto, creo, es uno de los males de nuestra sociedad. Se han cumplido ahora los 80 años de la muerte del poeta Antonio Machado. He recordado uno de sus poemas, que todos los que entonces fuimos niños aprendimos de memoria: «Una tarde parda y fría de invierno. Los colegiales estudian. Monotonía de lluvia tras los cristales».Me ha venido a la memoria, porque recientemente, en Francia se ha aprobado la vuelta de «los dictados» y la lectura en alto en clase. «Con timbre sonoro y hueco truena el maestro, un anciano mal vestido, enjuto y seco, que lleva un libro en la mano. Y todo un coro infantil va cantando la lección: mil veces ciento, cien mil; mil veces mil, un millón». «Recuerdo infantil», se titula este poema. Y yo también recuerdo con nostalgia aquellas clases, la lluvia y los dictados. También en Francia, han prohibido el uso de los móviles en las aulas. Puro sentido común. Y es que, como dice el personaje que interpreta Ciges en ‘Amanece que no es poco’: «Qué mujeres en Francia y qué comercio. Allí son muy mirados para lo suyo». Aquí, en España, también deberíamos mirar más para lo nuestro, atender más a la educación de los más pequeños. No puede ser que con velocidad y vértigo se sucedan las reformas y leyes educativas. No puede ser que los partidos políticos no se pongan ni siquiera de acuerdo en esto. Así nos luce el pelo. Y la semana que viene, hablaremos de León.
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