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Ut Caesar cum affectio, II

08/01/2015
 Actualizado a 19/09/2019
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No podemos aceptar que alguien cuestione la validez de un político para ser una alternativa a los dirigentes actuales por el simple hecho de ser joven. Debiera ser obligado que el análisis y la crítica fueran profundos y entrasen a examinar todas y cada una de las propuestas que realizara él o su grupo político y no se quedara únicamente en ver como es la capa de pintura exterior que recubre la obra expuesta. Hay incluso quien da gran valor al hecho de que quien hace las propuestas de gobierno lo haga desde una de las figuras de mayor relevancia en el organigrama del funcionariado del estado, olvidando que muchos de ellos alcanzaron esa plaza a una edad muy temprana, siendo muy jóvenes, aunque la gran mayoría no hayan llegado a ocuparla o a desarrollar su labor durante un tiempo suficiente como para conocer su capacidad organizativa, de acción o de sanción, más allá de la ya demostrada capacidad memorística puesta de manifiesto, que siendo importante, no es en absoluto un signo inequívoco de que serán capaces de proponer medidas novedosas para enfrentarse a los viejos problemas, más si cabe cuando la gran mayoría de ellos están unidos por eslabones de hierro viejo a los que fueron los principales causantes del estado de deterioro en el que nos encontramos. Estos grandes próceres de la política nacional fueron hace muchos años los primeros de su clase, pero hoy, 40 años más tarde debieran ser ya los últimos de la fila. Y para muestra un botón. Ayer mismo hemos conocido como alguna sexagenaria (según su autoproclamación) trasnochada quiere volver a primera línea como si no hubiera vida más allá del sillón al que lleva su culo pegado hace más de tres décadas. Estoy convencido que, incluso en su partido, tienen valores jóvenes que no lo harían peor de lo que ella, y tantos otros coetáneos, ya han demostrado. Igualdad, mérito y capacidad para todos y en todo caso, pero nunca excluyente. Los menores de 30 no son, per se, peores que los de mi generación, ni la tuya Caesar.
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