Tenemos al paisanaje muy despistado con las celebraciones que se les ocurren a nuestras autoridades –o a las empresas de ocio que les ofrecen lo que quieran, desde guerras hasta paces– y cada poco se despiertan conuna recreación que les convierte el cuartel de la Guardia Civil, con siete números, en campamento de las legiones romanas con cientos de legionarios, tantos como trajes tenga la empresa alquiladora.
Otras veces el viejo comercio de toda la vida –que vendía desde pan a calderos– se convierte en un mercado mucho más viejo que de toda la vida y hay puestos de oficios artesanos ya desaparecidos y hasta halcones que vuelan y cazan. Hasta mercados jurásicos tenemos en oferta si el personal todavía está impactado con la cercana proyección de alguna película que aborda el asunto.
Ysi recreamos guerras... las ganamos todas, nos da igual que los enemigos sean franceses, ingleses, Almanzor o el mismísimo Napoleón, en cualquier pueblo les tendemos una trampa y van cayendo en la zanja como caían los indios cuando iban a asaltar el fortín de los buenos...
Pero el paisano, que guerras o sus consecuencias no ha vivido más que una y no le trae buenos recuerdos, mira con recelo al valiente soldado que le enseña ‘la winchester’y le pregunta:
– Y con esas pintas, ¿usted de qué bando es?
– Pues en cada fiesta de uno diferente.
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