Urgente

Manuel N.
11/11/2020
 Actualizado a 11/11/2020
El sábado, día 6, me fui a dar una vuelta por la ciudad y me pareció de una desolación tan increíble que me ha llegado al corazón, a la mente y hasta el cerebro; con unas ganas de trasmitirlo a todos, para ver si de una vez por todas se enteran los gobernantes que así es imposible vivir. Matan la vida de un montón de gente que ha puesto todo su dinero, esfuerzo y capacidades para servir a los demás en sus bares y restaurantes y al mismo tiempo para poder vivir ellos mismos, crear riqueza y mover la economía. Son los sacrificados de todos los días, sábados, domingos y fiestas. Ahora y por segunda, tercera o cuarta… vez se los condena al cierre de sus locales.

Me quieren decir, políticos, ¿cuántos contagios se han producido hasta la fecha para condenarlos otra vez al cierre de sus negocios? ¿No es suficiente con el toque de queda a las 10, 11 o 12 de la noche?¡Qué paciencia tan grande tienen nuestros empresarios!Son dignos de admirar porque, además, son los que crean empleo.

Señores ciudadanos de todo el país, ¿se ha bajado el sueldo el Gobierno, ha reducido el número de ministros, se bajaron los sueldos los parlamentarios del Congreso y del Senado, las Instituciones del Estado, los presidentes (de los Reinos de Taifas), perdón, de las comunidades autónomas, sus consejeros y demás asesores que rodean a unos y a otros?

A los empresarios de bares, restaurantes y demás negocios, sí se les ha bajado el sueldo, no pueden levantar la trapa y, además, tienen que pagar mes a mes o cada trimestre, sus impuestos, a sus trabajadores, etc., y vivir miles y miles de familias.

Qué vergüenza, qué desfachatez, qué crueldad están cometiendo con los negocios de unos y otros. Que se aprieten el cinturón ellos, los que mandan a nivel estatal, comunidades autónomas, diputaciones y ayuntamientos. A estos no les falta el sueldo todos los meses, siguen cobrando pase lo que pase en el país, fallezcan 30.000 o 60.000 de los nuestros, se contagien 50.000 u 80.000 sanitarios y mueran muchos de ellos. Se les debería caer la cara de vergüenza, que no tienen. Esto clama al cielo y yo como ciudadano lo tengo que denunciar, proclamar a todos los vientos, con toda la fuerza de mi palabra.
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