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Urge repensar nuestra Historia

09/05/2017
 Actualizado a 18/09/2019
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En España, todos deberíamos plantearnos algunos aspectos de nuestra dinámica social, parar el reloj de las ambiciones y del ego, con el fin de contribuir a algo que siempre ha permanecido inconcluso: la reordenación de los marcos convivenciales históricos.

Cuando leemos por afición, por devoción o por obligación el pasado de nuestro querido país, tenemos la sensación de que las generaciones de ciudadanos que han sido protagonistas de hechos importantes no han sido valoradas en su justa medida.

Comprobamos que tenemos mucha capacidad para el olvido de las buenas acciones, de los hechos importantes y de arrinconar a personajes que contribuyeron a que nuestro país prosperara en todos los órdenes.

Habría que inaugurar algo así como ‘la galería de los personajes olvidados’.

Tenemos siempre la sensación de nuestra minusvaloración y hay momentos en que un cierto pesimismo , falta de patriotismo y complejo de inferioridad, se ha hecho fuerte entre nosotros.

En otro momento iremos desgranando una serie de acontecimientos muy importantes que no han sido valorados por la sociedad española, sobre todo por la falta de responsabilidad de nuestros dirigentes que han permitido que acontecimientos relevantes de nuestra Historia queden en el olvido o en la marginalidad más absoluta.

España siempre ha contado con varios oponentes de gran calado que han sabido pescar en las aguas revueltas de la envidia: Francia, Gran Bretaña y Alemania. Cada potencia mencionada, en distintos aspectos y especialidades, se ha llevado la palma de la intriga, el despojo, el asalto y la insidia, ante una dejadez de los dirigentes españoles más preocupados por el bienestar personal, la corrupción y la adulación.

De esta manera, en el interior de nuestro amado país, fue creciendo una especie de ser humano que, anclado en el mal ejemplo de sus dirigentes, procuró también medrar y venderse al mejor postor.

Resumiendo un poco, la ‘vendetta’ se ha hecho por arriba y por abajo, y los británicos, tan circunspectos y aparentemente justos, los franceses, llenos de sentido revolucionario, los alemanes con su desprecio hacia todo lo que suponía inferioridad de raza, sin olvidarnos del pirateo de los holandeses y vikingos, conformaron una gran almoneda donde se repartieron los despojos del gran imperio español.

Todo eso fue debidamente aliñado por una serie de artífices de la leyenda negra, grandes descalificadores de los hechos y logros de nuestros grandes personajes que aún persisten en nuestra vida cotidiana.

La Historia debe ser considerada de otra forma en los planes de estudio bajo la atenta mirada de los expertos y debe adoptar otro enfoque realista y crítico con el fin de que constituya algo imprescindible en la formación del ciudadano español.

El filósofo Enrique Dussel afirma que «el siglo XVI no existe para los filósofos franceses, alemanes y norteamericanos, pasan directamente del quatroccento renacentista y directamente a Descartes y a Newton».

¿Y qué pasó anteriormente? Pues , acontecimientos tan importantes como por ejemplo que Descartes fuera un alumno de los jesuitas, un estudiante en el colegio de la Flèche, que dispusiera de padre espiritual y que haciera sus reflexiones cristianas y además que el primer libro de filosofía que leyó fuera las ‘Disputaciones metafísicas’ de Suárez. La Lógica que estudió fue la de Antonio Rubio, profesor en México. Rubio fue un español que llegó a México.

Dussel afirma que «el infinito de Descartes no puede entenderse sin Suárez; y no sólo eso sino que todas las categorías de Espinosa (judío sefardita que fue expulsado de España) son suaresianas». Y afirma que «el siglo XVI fue la fundamentación de una ética y una política».

Dussel tiene muy claro que «cuando me encuentro con profesores en Harvard o Berlín les digo que son unos provincianos, pues no saben lo que ha pasado en el mundo y todavía creen que Descartes es el primer filósofo moderno. No lo es. Hubo todo un siglo de filosofía antes».

Y nosotros continuamos adorando el becerro de oro anglosajón, galo, americano y germano, con la colaboración de plumas de dentro y planes educativos suicidas.

¡Qué ingenuidad y qué papanatismo hispano ante todo lo que viene de fuera!
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