Unos sueños que no entienden de cimas

Con la pollera por bandera y conscientes de estar "rompiendo barreras", las ‘cholitas escaladoras’ han traído a León su mensaje de que "las mujeres somos capaces de todo"

C. Centeno
16/12/2019
 Actualizado a 16/12/2019
Las cinco ‘cholitas escaladoras’ recorrieron el centro de León con sus trajes típicos y las llamativas polleras con las que también escalan las cumbres más altas de su país, Bolivia. | saúl aren
Las cinco ‘cholitas escaladoras’ recorrieron el centro de León con sus trajes típicos y las llamativas polleras con las que también escalan las cumbres más altas de su país, Bolivia. | saúl aren
«Qué van a poder». Pero pudieron, vaya si pudieron. Esa afirmación que llegó por parte de un grupo de hombres que se encontraba en el refugio del Campo Alto, la última parada de los montañeros antes de alcanzar la cumbre boliviana del Huayna Potosí (6.090 metros), no las frenó. Así, Elena Quispe, Lidia Huayllas, Cecilia Llusco, Dora Magueño y Ana Lia Gonzáles –las dos últimas madre e hija– alcanzaron su primera cumbre, la que siempre habían dejado a medias. Estas cinco mujeres indígenas aimaras trabajaban limpiando, haciendo la comida o porteando los equipajes de los escaladores, por lo que su vinculación a la montaña venía de lejos, pero nunca habían pasado de ese punto. Allí esperaban a que ellos regresasen del ascenso, aunque todas reconocen que habían soñado con llegar algún día. Por eso cuando Lidia supo que tenían la oportunidad «no fue difícil convencerlas». Apenas se conocían entre ellas «de pasada» pero se unieron en esta meta propuesta por un periodista que se interesó en la historia de las ‘cholitas’, como se conoce a estas mujeres de pollera, la falda que siempre ha sido su símbolo.

Y la consiguieron. Tuvieron el apoyo de sus maridos y padre, guías de montaña, y el «algún día voy a llegar a la cumbre» que Ana Lía había soñado desde pequeña se cumplió. Fue el primer pico de los muchos que desde entonces, hace más de cuatro años, han conseguido las ‘cholitas escaladoras’, como se conoce a este grupo procedente de la ciudad del Alto (La Paz-Bolivia). Sin dejar nunca la pollera, aunque eso haga los ascensos aún más complicados, porque representa a unas mujeres que hasta ahora habían estado «calladas» y eran «muy discriminadas». «Queremos que se vean en todo el mundo las polleras, porque no impiden ni ir a una cumbre ni nada y a nosotras nos dan más fortaleza para poder llegar a la cima», asegura Lidia.

Las cinco han estado esta semana en León presentando ‘Cholitas’, un documental que relata los tres meses de preparación, ascenso y regreso del Aconcagua, la cumbre más alta de Sudamérica con 6.962 metros. Son conscientes de que sus cumbres han ayudado a romper barreras en Bolivia a favor de las mujeres en general y de las indígenas en particular. «En un primer momento nuestra meta no era empoderar a las mujeres», reconoce Ana Lía, pero lo cierto es que con sus trajes que representan a la mujer «callada y discriminada», comparten todas ellas, han ayudado a acabar con el falso mito de que la montaña es cosa de hombres. «Era era, pero ahora ya no», reconoce la más joven de un grupo con edades comprendidas entre los 24 y los 50 años. «Somos el primer grupo de ‘cholitas escaladoras’, después de nosotras muchas personas han empezado a seguir nuestro ejemplo, mujeres de pollera pero también otras de pantalón y hasta los propios hombres», asegura. Porque «ahora subimos hasta la cima y lo que los hombres hacían ya lo podemos hacer las mujeres», ensalza Cecilia.

Y «qué bonito es sentir que nosotras estamos rompiendo estas barreras», celebra Lidia, por lo que asegura que «estamos muy felices de llevar ese mensaje a nuestra gente y a las mujeres más que todo». Pero no solo han inculcado al género femenino su pasión por la montaña, también a los bolivianos. «Antes solo se veía gente extranjera», confiesa Dora, y en la actualidad mientras desarrolla sus tareas de limpieza en el refugio de Campo Alto «veo niños, señoras de pollera, familias enteras que nos alaban» por lo que «es una alegría muy grande».

Montaña tras montaña, ascenso tras ascenso, estas cinco mujeres han hecho historia. «No nos cuesta nada soñar, las cholitas solo tenían unos sueños y al pasar el tiempo se han ido cumpliendo», asegura Dora, por lo que lanza un mensaje optimista que comparten todas: «querer es poder siempre y hay que confiar en los sueños».

Ahora, tienen en mente alcanzar el Everest y el Kilimanjaro. Aunque su reto más próximo está en Chile, donde tratarán de coronar Ojos del Salado, una cumbre de 6.893 metros. «Desde el año pasado estamos pensando en hacerlo y vamos a buscar la fórmula de ir, aunque los problemas sociales nos han obligado a postergarlo», confirma, «ese será el siguiente». También las han invitado a Picos de Europa, a los Pirineos o al Mont Blanc estos días, en la que ha sido su primera visita a España y lo barajarán, porque no se las pone nada por delante.

Para todas estas expediciones tratarán de conseguir la financiación que para subir al Aconcagua y grabar el documental logró el productor leonés Jaime Murciego, para el solo tienen palabras de agradecimiento. «Nos sentimos capaces», confiesan.

Saben que no será fácil seguir, porque practican un «deporte extremo», por lo que «siempre salimos de casa con esa mentalidad de no volver», asegura Cecilia, a pesar de que todas ellas cuentan con el apoyo de sus familias, que en cada expedición se despiden con «lágrimas» que «nos llenan mucho el corazón», porque «vamos con ese riesgo», apunta Lidia. Un peligro que no frena unos sueños que no entienden de cimas.
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