"Uno lleva a cuestas lo que ha leído pero no lo puede examinar a conciencia"

Entrevista a Luis Grau, director del Museo de León, que presenta su libro 'Las razones del polizón' este lunes en Sierra Pambley

David Rubio
15/05/2022
 Actualizado a 15/05/2022
Retrato de Luis Grau en un parque de la ciudad de León. | J.R. VEGA
Retrato de Luis Grau en un parque de la ciudad de León. | J.R. VEGA
Ha pasado casi un año desde su publicación, pero distintos avatares propios y ajenos han retrasado la presentación de ‘Las razones del polizón’ (Eolas&Menoslobos), el libro en el que Luis Grau, director del Museo de León, reúne una selección de los artículos que publica cada domingo en la contraportada de La Nueva Crónica. Una mirada lúcida sobre la actualidad o sobre el pasado, un análisis siempre certero y un lenguaje sencillo y cuidado convierten cada una de sus entregas, como bien saben los lectores de este periódico, en una perspectiva que no resulta ruidosa pero sí necesaria. El libro, con el que Grau demuestra que no hace falta llegar a viejo para convertirse en sabio, se presenta este lunes a las 20:00 horas en la Fundación Sierra Pambley.

– ¿Cuándo y por qué se sintió usted por primera vez un polizón?

– La extrañeza nos es consustancial a muchos; o buscamos nuestro lugar o nos acostumbramos a viajar en uno ajeno. Supongo que uno puede sentirse tripulación, pasaje o polizón. En este caso concreto, el del columnismo, se siente uno -al menos yo- embarcado donde no se le esperaba, en un medio que no es el propio. Desde que me instaron a colaborar en prensa no he dejado de pensar que estaba invitado y los invitados no están en su propia casa, por bien que se les trate (no tengo queja, al contrario). La sensación “polizonística” se basa sobre todo en esa ajenidad que obliga a estar en guardia para estar a la altura. Respecto al cuándo, mi primera colaboración periódica en la prensa, hace 14 años, se tituló ‘Fuera de lugar’, que viene a decir algo parecido.

– Los periodistas vamos tropezando con las trampas de actualidad, los historiadores tienen una perspectiva que les permite realizar mejores análisis. ¿Cómo hace para moverse por el medio en sus artículos de opinión?
– Como polizón, me escabullo, esto es, procuro que no me atrape la inmediatez y busco una explicación, aunque sea la mía, apoyada en mis “razones”. El periodismo obliga a Procuro que no me atrape la inmediatez. El periodismo obliga a responder a las preguntas clásicas, atender a las pruebas circunstanciales. El columnismo sólo a una: por quéresponder a las preguntas clásicas, atender a las “pruebas circunstanciales”, el columnismo solo a una: por qué. Y a responder con tu propio saber y entender, no los que te ofrecen, no los oficiales o corrientes. No creo que los historiadores ofrezcan mejores análisis, son distintos y, a veces, complementarios.

– Con las prisas de hoy, ¿hace falta más que nunca la perspectiva que aporta la historia?
– En toda circunstancia la perspectiva histórica aporta, sobre todo, sosiego, reflexión y distancia, actitudes muy necesarias en estos tiempos frenéticos. Los hechos relevantes suelen adquirir una cualidad, la “historicidad”. Por otra parte, son siempre recomendables las perspectivas diferentes, las que obligan a cambiar la propia, adoptar otro punto de vista. En eso consiste el buen juicio, en ponerse en la piel de otro, cambiar de escenario, observar con otra lente. Más o menos el consejo que le dio su padre a Nick Carraway en ‘El gran Gatsby’.

– Le he leído en alguna ocasión que "la historia no retrocede ni se repite, pero avanza", y que debemos tomar nota de lo que la hace avanzar. Viendo los postulados de algunos partidos, viendo la situación de esta provincia, dan ganas de llevarle un poco la contraria ¿Qué es en este momento, a su juicio, lo que hace que la historia avance?
– El ser humano, en su conjunto, ha avanzado en general, no hay más que fijarse en de dónde venimos. Y no me refiero al progreso técnico, parte no mayor de ese avance. Pero no lo ha hecho siempre, no a la misma velocidad, no de forma justa. Por otro lado, a menudo hay épocas de retroceso y fuerzas que intentan dar marcha atrás. En estos momentos existe quien defiende planteamientos caducados hace más de medio siglo y que condujeron a algunos de los períodos más tenebrosos de la historia, momentos en que la injusticia se convirtió en enormes tragedias. La contestación a esa indecencia es un deber cívico y posiblemente uno de los mayores avances de hoy consista en saberlo.

– ¿Qué columnistas le han influido?
– No creo sentirme influido por ese género. Somos o nos hacemos los “listillos”, como dice alguien que conozco con razón. Quiero creer que me han influido otras lecturas, pero no las puedo identificar: uno lleva a cuestas lo que ha leído pero, como está a su espalda, no lo puede examinar a conciencia.

– Ha escrito muchos artículos sobre patrimonio, ensayos, muchos artículos de opinión algunos de los cuales tienen aire de relato. ¿Se atrevería con una novela?
– Novelar es algo muy diferente, le tengo demasiado respeto.Algo que contar, inventiva y una voz propia son ingredientes que no están al alcance de todo el mundo sobre todo si deben mantener tan largo recorrido.

– Al escribir en esta tierra, ¿tiene a veces la sensación de que ya ha dicho lo que quiere decir pero parece que hay que decirlo más alto o de forma más vehemente para que los leoneses se enteren?
– Uno no deja de decir lo mismo desde que empieza a escribir. Todo el mundo lo hace. La propia historia de la literatura es la de la reproducción de temas. La cuestión es si La perspectiva histórica aporta sosiego, reflexión y distancia, algo necesario en estos tiempos frenéticosmerece la pena leer lo de siempre porque se diga de otra manera, una que resulta más atractiva, comprensible o nueva. No creo que los leoneses dejen de enterarse de nada que les ataña, saben lo que sucede en esta tierra, pero me temo también que las soluciones nos superan y no son sencillas, nadie las conoce. Saber que uno está enfermo es inmediato, pero diagnosticarlo es complicado y curarlo…

– Sigue pensando, como ha escrito en alguna ocasión, que de tanto abandono, de tanto cierre, tanto despido, ¿no se estará convirtiendo León en un gran museo de sus años gloriosos?
– Sí, por supuesto. Y no solo pasa aquí. Pero lo peor es que se convierta en un museo rancio, satisfecho de sí mismo, de esa supuesta gloria pasada y de un abandono del que echamos la culpa a los visitantes ocasionales o ausentes de ese Museo. La cuestión quizás estribe precisamente en eso de la “gloria” y en la idea de museo que queremos. Para los profesionales del gremio, los museos no se detienen en encomios; son un agente transformador, que pretende cambiar el punto de vista y remover la conciencia. Si se dedican a embalsamar son otra cosa: la pirámide de una cultura momificada.

– A los leoneses se nos llena mucho la boca con reinos y reyes, copas sagradas, cunas de parlamentarismo y sandalias romanas por las calles, pero desconocemos otra gran parte de nuestro pasado. Como gran conocedor de nuestra historia, ¿de qué parte , qué época o qué personaje cree que deberíamos estar más orgullosos y parece que pasamos de largo?
– Lo que has mencionado no es historia, son subproductos elaborados para consumo turístico o doméstico. De ahí la abundancia de aditivos y colorantes que se emplea en su elaboración. Todas esas “tapas” de una hostelería cronística que nos llenan la boca no hacen sino cegarnos los ojos: la historia no entiende de raciones. La historia no son esas historias. Por otro lado, orgullo por los hechos históricos no tengo ninguno, ni creo deba tenerse. Los hechos del pasado no dan para eso, como no los da el presente ¿Imaginas a alguien sintiendo orgullo por los acontecimientos de la actualidad? Pues seguro que lo habrá. Si, por alguna casualidad extraordinaria, algo diera para sentirse orgulloso, sería un orgullo para su protagonista, para el autor de tal hecho, no para las generaciones siguientes. De la misma manera que uno no es responsable de lo malo que fue su bisabuelo no debe sentirse orgulloso por sus actos. Nacer en un lugar o en otro es una lotería, no una elección. Lo cual no quita para que a uno le guste su tierra y haga porque mejore: eso no tiene nada que ver.
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