Universos para lelos

Existe una realidad en la que sigues con tu primer amor, otra en la que la tostada no cae del lado de la mantequilla y hasta una en la que León tiene su propia autonomía. En un mundo alternativo, el Covid-19 no pasó de un chino con décimas de fiebre. En otro, ya nos ha sacado a todos con los pies por delante. Gran parte de la comunidad científica a la que tanto nos encomendamos en estos días da por buena la existencia de los universos paralelos, infinitos planos de realidades en los que algunas realidades actúan sobre planos.

La pandemia se abre a tantas posibles lecturas que solamente con la serena perspectiva que da el tiempo podremos aprender algo de lo que estamos viviendo. No obstante, si se presenta una enseñanza inmediata es que esta cura de humildad supone la enésima prueba, y la más contundente, de que planificar hasta el más mínimo detalle está sobrevalorado en el universo en el que nos ha tocado vivir.

Alelados por la traumática realidad, hay quien continúa abrazado entre lágrimas a otros cosmos en los que siempre se cumple ese dogma del ‘Equipo A’ de que los planes salen bien. Universos infalibles que hoy huelen a incienso, saben a torrijas y se embriagan de limonada para volver a construir un León de reencuentros. Reencuentros que esta noche unos iban a celebrar en una última cena con su fe y otros regando con orujo versos a un tal Genaro. En estos días, todos teníamos viajes, procesiones, corros de chapas y mil proyectos que se fueron al traste por un tal coronavirus con el que no habíamos contado. Sin embargo, si tenemos un mínimo de vergüenza, no podemos hacer un velatorio por ellos cuando decenas de miles de muertos no han tenido el suyo.

Cuando termine el confinamiento a todos nos faltará, literalmente, una primavera. Que nadie tenga prisa por tomar la delantera. Asumir la situación actual lo más estoicamente posible es el primer paso para superarla y poder regresar dentro de un año a ese universo, hoy por desgracia paralelo, que es nuestra Semana Santa. Aquella que hoy olería a incienso, sabría a torrijas y se embriagaría de limonada.