Una voluntaria leonesa en el "Hotel de las madres"

El Hotel de las madres es una iniciativa humanitaria para madres con niños que huyen de la guerra y necesitan un lugar seguro. La psicóloga leonesa Carmen Berenguer ha gestionado uno y relata su experiencia

Rocío Rodríguez Herreras
09/05/2022
 Actualizado a 09/05/2022
Una psicóloga leonesa ha gestionado un "hotel de las madres", una iniciativa humanitaria para madres con niños que huyen de la guerra. | L.N.C.
Una psicóloga leonesa ha gestionado un "hotel de las madres", una iniciativa humanitaria para madres con niños que huyen de la guerra. | L.N.C.
Hace ya casi un mes que la psicóloga leonesa Carmen Berenguer emprendió su primer viaje solidario conduciendo uno de los 20 vehículos del del convoy “Diyukraine”, organizado por el artista Aldo Comas y su pareja, la actriz de origen leonés Macarena Gómez; el objetivo fue traer a 70 refugiados ucranianos a nuestro país, algunos a la provincia de León. Tras unos días de descanso, Carmen viajó de nuevo a la frontera de Polonia con Ucrania donde ha colaborado en varios centros de refugiados y hagestionado el "hotel de las madres" preparado "para alojar a mujeres que llegan con sus hijos huyendo de la guerra".

–¿Has colaborado como voluntaria en el“hotel de las madres”?
–Así es. Es un antiguo hotel situado a 10 km de la localidad fronteriza de Przemysl, alquilado gracias a la aportación económica de un equipo de fútbol levantino, que se ha convertido en el lugar más seguro para las mujeres que huyen de la guerra junto a sus hijos. Es un alojamiento de paso antes de viajar a Europa con familias de acogida; sin embargo, las madres que prefieren quedarse más tiempo porque no quieren marchar lejos de su país,pueden hacerlo. Aquí pueden tener una vida“normal” y lo hemos organizado para que cada familia tenga su propia habitación; además el “hotel”cuenta con amplias zonas verdes y parque infantil para los niños; una situación muy diferente a la que se vive en los centros de refugiados donde cientos de personas conviven bajo el mismo techo, como es el caso del antiguo centro comercial Tesco, cerca de Medyka.

–¿Ha sido complicada la gestión del “hotel”?
–La verdad es que sí. Algunos días he tenido que organizar el centro yo sola, ya que otras dos voluntarias se encargaban viajar cada día a la frontera para traer a las mujeres refugiadas y a sus niños. Afortunadamente los últimos días de mi estancia he contado con la ayuda de Irene Martes, una voluntaria de padre leonés, especialista en Derecho Internacional que ha estado desde el inicio de la guerra trabajando con los refugiados; entre las dos nos hemos ocupado de reorganizar las normas de convivencia, la gestión de conflictos o las actividades para mayores y niños. Además, en el “hotel” hay que hacer de todo, la limpieza de las habitaciones, la comida, la compra de alimentos, de artículos de higiene y todo lo necesario para más de treinta madres y niños que habitualmente se encuentran en el centro.

–¿Y la atención psicológica?
–Es una de las necesidades más importantes a cubrir. Las mujeres que llegan desde Ucrania necesitan mucha ayuda psicológica. Hay que tener en cuenta que algunos de los síntomas físicos que presentan están relacionados con la situación de elevado estrés al que han estado sometidas, como una chica que ha permanecido con su bebé en un búnker más de un mes, sin apenas alimentos ni medicamentos. Durante mi estancia en el “hotel de las madres”he atendido casos de estrés postraumático, crisis de ansiedad, ataques de pánico, casos de aislamiento en adolescentes, agotamiento… También he podido prestar atención psicológica a mis compañeras voluntarias que presentaban claros signos de agotamiento, ya que alguna lleva más de un mes en eltrabajando sin descanso.

–¿En el ”hotel de las madres” el voluntariado está formado exclusivamente por mujeres, ¿cuál es la razón?
–Desgraciadamente algunas madres han sufrido “dos guerras”, la invasión rusa de su país y la “otra guerra”, la de la violencia que sus parejas han ejercido sobre ellas…Tienen una situación muy difícil, muy triste y, lógicamente, se sienten más tranquilas y confiadas, más seguras y comprendidas si las personas que las acompañan somos mujeres.

–¿Durante años has trabajado como mecánico de aviones de las Fuerzas Armadas españolas,¿te ha ayudado tu experiencia en el ejército para afrontar todo tipo de situaciones ?
–Desde luego. En el ejército se suele decir que “el plan A nunca funciona”. Y así es aquí, hay que estar preparado para todo tipo de imprevistos.Realmente en este segundo viaje yo tenía como misión acompañar a un grupo de refugiados desde la frontera hasta el aeropuerto de Cracovia con destino Madrid, pero debido a problemas en la gestión de la documentación y al bombardeo de varias estaciones de tren ucranianas,el viajé no se realizó. Así que el plan B me llevó a colaborar durante unos días en los campos de refugiados de Medika y de Przemysl y a viajar hasta L´viv ya en Ucrania.Días más tarde el plan C me trajo al “hotel de las madres”en el que he vivido la experiencia más dura de mi vida al conocer las dramáticas historias que han vivido las madres desde que comenzó la guerra hace ya más de dos meses…

–¿Cómo es la vida en los campos de refugiados?
–En uno de los campos de refugiados en los que he estado había cuatro baños para 800 personas. Y duchas no había. Tampoco hay recursos humanos para atenderles, no hay organizaciones gubernamentales y ONGs, pocas. Se necesitan más voluntarios, ya que hay miles de personas con necesidades de todo tipo huyendo de una guerra y poca ayuda humanitaria, la verdad. Por eso es tan importante fomentar proyectos como el “hotel de las madres” para que todas las personas que huyen de la guerra tengan una vida digna.

–¿Y la organización de las comidasen los campos de refugiados?
–Es una de las cosas que me llamó la atención y tengo que decir que están muy bien coordinadas por el equipo del chef asturiano José Andrés, responsable de la ONG World Central Kitchen. Tanto en el campo de refugiados de Medika como en el de Przemysl hay comida caliente y de calidad las 24 horas del día. Quiero destacar que también en las estaciones de tren de Przemysl y de Lyviv ( Leópolis) se encuentran las cocinas de José Andrés alimentando alos refugiados.

–A pesar de la guerra continúa, algunos refugiados regresan de nuevo a Ucrania…
–Sí. Es normal porque la ofensiva en sus ciudades de origen ha disminuido y ellos prefieren estar en su país. Hace unos días llegaron varias personas desde Cádiz hasta la ciudad fronteriza de Przemysl, donde me encontraba yo ese día. En este caso un compañero voluntario los acompañó en plena noche para cruzar las fronteras de Polonia y de Ucrania, y que se reencontraran con sus familiares.

–¿El idioma ¿ha sido una barrera?
–Hay personas con problemas psicológicos a las que no he podido ayudar como me hubiera gustado por la barrera del idioma. A pesar de que las voluntarias hablamos varios idiomas, en mi caso francés, inglés y chino, lo que me ha posibilitado comunicarme con voluntarios de muchas partes del mundo, no he estudiado ucraniano… Quiero destacar la excelente labor de traducción que han realizado en el “hotel de las madres” varias adolescentes ucranianas que pertenecen al Programa de afectados por el desastre de Chernóbil y dominan el español perfectamente ya que cada año viajan a España con familias de acogida.

–¿Volverás por tercera vez?
–Por supuesto. Muchos voluntarios se van a sus países unos días y después vuelven. Es muy satisfactorio y animo a las mujeres para que se animen a volar hasta Cracovia y colaborar en el “hotel de las madres” o en los centros de refugiados, aunque sea solo unos días. Aunque parezca un tópico, recibes más de lo que das. El día que decidí quedarme en el “hotel de las madres”para ayudar a una voluntaria se hacía cargo de todo y estaba agotada, las chicas cocinaron creps para mí como muestra de agradecimiento. Y el día que llegó una chica ucraniana, peluquera de profesión, se sentía tan agradecida que me hizo en magnífico “cambio de look”. Son detalles que no olvidaré.
La solidaridad que no cesa.
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