Una virtuosa ‘Giselle’ desde el Bolshoi

La compañía de Moscú recupera el ballet romántico por excelencia con una coreografía de Ratmanski. Cines Van Gogh lo retransmite este jueves a las 19:30 horas

Javier Heras
28/10/2020
 Actualizado a 28/10/2020
‘Giselle’ es uno de los referentes del repertorio de ballet clásico que este jueves llega a León desde el Bolshoi.
‘Giselle’ es uno de los referentes del repertorio de ballet clásico que este jueves llega a León desde el Bolshoi.
La programación cultural en Cines Van Gogh no se detiene. Aunque sea el peor de los tiempos, aunque los estrenos de las majors se retrasen, aunque algunos no crean en las salas y la pantalla grande, la única manera de seguir adelante es con nuevos contenidos. El primer ballet de esta temporada, ‘Giselle’, llegará este jueves desde el Bolshoi de Moscú. Será a las 19.30 horas; la sesión se adelanta media hora para ajustarse al toque de queda declarado en Castilla y León.

«Como ‘Hamlet’, ‘Giselle’ es un clásico: volvemos a verlo porque siempre descubrimos algo que no habíamos percibido». Así describía Balanchine este emblema del Romanticismo, hoy todavía en el centro del repertorio. Al público le fascina desde su estreno en París (en la Salle Le Peletier) en 1841. ¿A qué se debe? Por un lado, a su argumento sobrenatural: una leyenda alemana –recogida por el poeta Théophile Gautier– sobre una campesina que, cuando descubre que su amado la engaña, muere presa de la locura. Ya convertida en espectro, se incorpora a las Willis, novias despechadas que se vengan de los hombres torturándolos con sus danzas.

Frente a una tradición hasta entonces masculina, ‘Giselle’ dio todo el protagonismo a la mujer, fuerza tanto destructiva como redentora. Su mensaje de amor por encima del odio pone el broche a una narrativa sólida que aprovecha la fuerza del contraste: de una primera mitad pastoril y luminosa se pasa a una segunda nocturna y fantasmal, con el grupo de bailarinas vestidas con tutús blancos (a ese conjunto se le llama ballet blanc). En consonancia con la atmósfera, la danza refleja primero el entusiasmo de juventud y luego la quietud y frialdad.

Por último está la emocionante partitura, llena de melodías cantables, sentimentales y largas, cercanas a Chopin y Bellini. El parisino Adolphe Adam (1803-1856) fue el primero en componer para la danza; hasta entonces, el género se valía de pastiches sobre piezas existentes. Su música subraya las emociones e incorpora algunos leitmotive, como el del amor, que oímos en el primer encuentro entre Giselle y Albrecht, y que se reitera en la escena de la locura. Profesor de Léo Delibes y autor de más de 50 óperas, Adam dominaba la instrumentación y sacó partido a la orquesta para distinguir dos mundos: el de los campesinos del primer acto se basa en tonalidades mayores y referencias folclóricas; el fantasmal del segundo transmite peligro mediante armonías inestables. El nostálgico lamento del corno inglés podría formar parte de ‘El lago de los cisnes’.

El Bolshoi, templo mundial de la danza, lleva representando ‘Giselle’ ininterrumpidamente desde 1843, cuando llegó procedente de Francia; van por las 1.300 funciones. El responsable del teatro, Makhar Vaziev, ha encargado la coreografía a Alexei Ratmanski (1968), ex director de la compañía entre 2004 y 2008, actual residente del American Ballet Theatre y doble premio Benois de la Danse en 2005 y 2014. Su versión bucea en las fuentes históricas –como ya hiciera con ‘Paquita’ o ‘La Bayadera’–, recupera la mímica y fortalece la coreografía del bailarín. Sucede a las  revisiones de maestros como Marius Petipa (1884), Gorsky, Lavrovski, Grigorovich o Sergeyev, todos a partir de la coreografía original de los franceses Coralli y Perrot.
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