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Una victoria decisiva

27/04/2022
 Actualizado a 27/04/2022
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Una semana se cumple ya desde que dejó de ser obligatorio, salvo excepciones, el uso de la mascarilla; una victoria decisiva en la batalla que venimos librando contra la covid-19 desde hace ya más de dos años que se publicaba en el BOE el miércoles pasado. Y, la verdad, se agradece; que, además de estar ya uno cansado –muy cansado– de ella, el hecho de ‘acabar’ casi por completo –me da a mí que suprimir ese «casi» en esta frase va para largo– con uno de los ‘símbolos’ de la pandemia nos hace estar más cerca de esa normalidad que tanto ansiamos. Como que anima, vamos… 

Y, sí, ya sé que continúa habiendo contagios, que hay que seguir teniendo precaución…; no digo yo lo contrario, claro; pero todo lo que sea ganar terreno al coronavirus no deja de ser una buena noticia.

En todo caso, no hace falta que te diga que lo que se ha aprobado es que ya no es obligatorio usar mascarilla. Que si quieres seguir llevándola, nadie te va a decir nada, vaya; pero que si prefieres ir sin ella –y yo lo prefiero–, tampoco. De hecho, en según qué sitios, somos los menos los que no la usamos… y, a veces, hasta da la impresión de que nos miran de aquella manera…; supongo que sea por la falta de costumbre…

Sea como fuere, en momentos como este resulta inevitable echar la vista atrás y recordar por lo que hemos pasado… no hace tanto tiempo que, en ocasiones, casi parecía más el guion de una película que la vida misma: confinamiento, aforos, cierre de establecimientos, toque de queda…; y eso por no hablar de cuestiones aún más delicadas, como no poder visitar a nuestros mayores en residencias o a enfermos en hospitales, ni despedir a los difuntos.

Hemos vivido tiempos muy complicados, en los que se han tenido que tomar decisiones difíciles. Algunas, por cierto, tumbadas después por la justicia; caso, por ejemplo, del adelantamiento del toque de queda en Castilla y León a las ocho de la tarde por los mismísimos… argumentos de Mañueco. Y aquí paz y después gloria. Ni siquiera una regañina, oye.
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