Distintas piezas de arte africano, como máscaras, esculturas, objetos de artesanía doméstica, una colección de juguetes, instrumentos musicales y arte cristiano procedente de Etiopía componen una muestra que se complementa con varios paneles informativos «que nos ayudan a conocer el presente, la historia y las riquezas del continente», explica Llamazares.

Con poco más de veinte años Miguel Ángel Llamazares viajó a Kenia para formarse en las misiones que, más tarde, le llevaron dos décadas a Filipinas. Allí se encontró un continente «donde se mantienen vivas las culturas, las relaciones interpersonales son muy fuertes o tienen mucho sentido de la bienvenida», explica.
En esos años, confiesa que lo que más aprendió fue a tener «paciencia» porque «cuando llegué a Kenia me costó entrar y aprendí que había que darse tiempo, aprender la lengua, la cultura y aceptargestos y maneras que no son propios nuestros pero sí suyos», confiesa. Ahora, cree que precisamente la paciencia «me ha ayudado mucho en la vida» y, a pesar de que «aprecio mucho mi cultura y mi ser de León, el mundo es más grande y hay otras maneras de ser y de relacionarse».
Comenzó las misiones empujado por la fe, «cosas que no cambian» a pesar del paso de los años. Pero «se puede compartir la fe de muchas maneras, a veces de palabra y muchas veces de obra». Porque también se ha encontrado situaciones «difíciles» en los países de destino en los que «la realidad habla y hay que saber escucharla».
También en Kenia Miguel Ángel vivió la crudeza de la llegada masiva de personas de las zonas rurales a Nairobi «pensando que eso iba a ser el dorado, y no lo era». Por eso, en relación al fenómeno migratorio, cree que hay que buscar «soluciones conjuntas» que no pasan «por decir que cerramos las puertas». «La manera de decir los inmigrantes vienen, nos están invadiendo y sobran no es una manera de mirar a la inmigración porque no es la manera en la que vivimos hoy, la gente se mueve y los migrantes que buscan una manera de vivir y un futuro se les cierran las puertas porque vienen de países pobres, porque cuánta gente de países no pobres van de un sitio para otro y no hay ningún problema», se pregunta.