Una peatonalización mejorable

El inicio del curso escolar recupera la ‘barra libre’ para el tráfico en las calles del casco histórico, que se hizo peatonal pero al que la falta de control ha convertido en un parking para vehículos que aprovechan las facilidades para llevar y recoger a los niños

Una ciudad que aspire a ser tranquila y agradable debe defender las zonas habilitadas para los peatones
08/09/2019
 Actualizado a 19/09/2019
La transformación recientemente sufrida por Ordoño II, que el tiempo dirá si es acertada o no y sobre todo explicará su funcionamiento, tiene la base en convertir la ciudad en un paraíso para los ciudadanos que quieren caminar como en el entorno de la catedral. Pero la realidad del casco histórico se ha transformado por la falta de control existente en un paraíso para los vehículos que consiguen entrar burlando las cámaras. Para eso se aprovechan de los horarios de apertura que existen para la carga y descarga y durante el curso escolar que está a punto de comenzar con las aperturas que se realizan para los colegios (cuya utilidad también podría ser analizada). También los usuarios del casco histórico han descubierto que con la tarjeta con la que tienen derecho a entrar (pese a que este año todavía no han sido renovadas aunque nos encontremos en el mes de septiembre y su validez era hasta finales de 2018), adquieren unos inexistentes derechos y aparcan en cualquier sitio aunque no esté habilitado para ello, llegando incluso a haber problemas para encontrar un lugar libre en la parte de acera de la calle del Cid en torno a la una de la tarde o en Dámaso Merino durante cada mañana aunque no se pueden estacionar coches. Esta es la situación que sufren los ciudadanos que sí cumplen o la que ven los siempre tan ‘protegidos’ turistas en unas zonas que teóricamente cuentan con un mayor número de ellos. Las peatonalizaciones están bien, pero con un control, de otra forma es mejor dejar las calles como estaban.
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