Había algunas dudas sobre lo que podía ocurrir con la Esperanza, pero pasadas las 18:30 horas salía del patio de la
Colegiata de San Isidoro la Virgen de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado, completa de braceros y con su palio, después de la escasez de personal del año pasado, lo que provocó que tuvieron que dejar el palio en casa. Este sábado, la procesión rebautizada como
‘Camino de la Pasión y de la Esperanza’ salió con normalidad y en la calle Sacramento volvió la petalada a la Esperanza mientras sonaban las marchas de la Agrupación Musical de la Bienaventuranza.
Inauguraba el cortejo el Cautivo, imagen de gran devoción en León a pesar de su relativa novedad – sola ha salido en procesión una decena de años – y que fue arropado por gran cantidad de público, a pesar de que era una tarde realmente fría en la capital. Su particular puja, similar a la de los costaleros sevillanos, con cambios al ritmo de los toques de la banda de La Victoria, avanzaba a ritmo lento por San Isidoro y el Cid, hasta llegar a la capilla de la Victoria, en la calle Ancha, donde los músicos y el paso realizaron su ‘baile’ en un ejercicio deveneración a la capilla. Ya en la Catedral, el cortejo se detuvo, con los tres pasos – la Piedad de San Isidoro y la AM del Gran Poder ocupaban el lugar intermedio de la procesión – y allí se realizó como novedad una estación de penitencia. Al Cautivo, los braceros le rezaron el Padrenuestro. A la Piedad, la Salve. Y a la Esperanza, el ‘Magnifica’.Misa de admisión de hermanos del Sepulcro con las Concepcionistas y, en las Carbajalas, la Redención celebró el besapié a su titular, junto a las madres Benedictinas. Y a las 20:30 horas, salió de la iglesia de San Claudio el Via Crucis de la Bienaventuranza. Músicos de capilla precedían a siete braceros que llevaban – horqueta en mano – la cruz a hombros del Cristo titular de la cofradía. Via Crucis intimista de los de azul y negro, en el segundo día de procesiones en León.
