jose-luis-gavilanes-web.jpg

Una noche en Urgencias

22/01/2023
 Actualizado a 22/01/2023
Guardar
Por lo que concierne al Defensor del Paciente, se publicó días atrás en este mismo medio de comunicación que la memoria relativa a 2022 contabiliza en Castilla y León 154 causas devenidas por errores a leoneses en la atención sanitaria. Siete menos que en el año anterior, pero con más denuncias por negligencias registradas.

ElPresidente de la Comunidad, Sr. Mañueco, ha sacado pecho en una reciente entrevista destacando que nuestra Comunidad es la que más invierte en Atención Primaria, y que la sanidad castellano y leonesa está entre las mejores de España. Oído el bombo y su eco, Sr. Mañueco, se le olvidó a usted decir –u omitir hacerlo por inconveniencia– que también es la Comunidad donde más casos de depresión se producen en todo el país; además de ser de las más envejecidas y de la que más jóvenes despegan y menos aterrizan.

Durante las festividades navideñas, como es costumbre, se endulzan demasiado los almuerzos y las cenas, lo que provoca trastornos digestivos, especialmente en aquellas personas más vulnerables. Así lo establece el famoso latinismo ‘post festum, pestum’. Le ocurrió a mi vecino Clemente, persona ya con bastantes velas en la tarta y resbalones en la mente. Me contó que el pasado día 9, sobre las cinco de la mañana, sintió fuertes dolores en la parte derecha del cuerpo, desde el ombligo hasta las partes, posiblemente relacionados con una hernia inguinal que sufre desde hace bastante tiempo y sostiene con una faja ortopédica. Sintiendo que no cesaban los dolores, cogió un taxi y se fue a Urgencias del hospital. No había a esa hora prácticamente nadie en la sala de espera, por lo que apenas tuvo que aguardar para que le inyectasen un sedante y, acto seguido, practicaran una radiografía y un análisis de sangre.

Pero, como el resultado de las pruebas no llegaba y la sala de espera era ya untemplo ahíto de fieles prestos a comulgar, a eso de las once de la mañana Clemente decidió pedir a una enfermera que solía discurrir por el pasillo, que averiguase el motivo de tanto retraso. Muy atenta, le prometió hacerlo enseguida. Al poco rato salió un médico para disculparse. Con el agobio, se habían traspapelado los resultados de su caso. Por fin, sonó su nombre en el altavoz llamándole a consulta, a la que acudió con la incertidumbre de saber si le darían el alta o tendrían que ingresarlo. Ni dos minutos duró la consulta. Nada anormal y entrega de tres folios llenos de números y palabras ininteligibles. Gases, «muchos y putos gases, con más ímpetu en fastidiar mis intestinos –me dijo Clemente con sorna– que el Capitolio asaltado a hostia limpia por los secuaces de Trump». Paracetamol y para casa.

Se pregunta Clemente cuánto tiempo más hubiera esperado de no haber contactado con la enfermera. Según su criterio, la sanidad pública ha caído en picado. Hasta no hace mucho, la cita con el médico de cabecera la tenía a las 24 horas de solicitarla. Hace un año aumentó a 4 días. Ahora, para contarle lo acontecido y hablar sobre los papeles (insistió, difíciles de entender) le han dado 8 días. Volvió a verlo cabreado, con razón, porque tiene que atender a 50 pacientes cada mañana. Afortunadamente hoy mi vecino ya se encuentra mejor, tan solo con ligeras molestias y a la espera de la cirugía inguinal.

En la deteriorada sanidad española, especialmente en Atención Primaria, el caso de Clemente es, sin duda, de los menos graves que están sucediendo actualmente en España, a juzgar por lo que se oye y se denuncia en boca de los afectados a través de las emisoras radiofónicas.
Lo más leído