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Una metáfora abrumadora

23/05/2022
 Actualizado a 23/05/2022
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El insalvable paso del tiempo y los ineludibles cambios en los hábitos de vida de la sociedad, junto a la variación de sus necesidades, conllevan evoluciones obligatorias por mucho que nos empeñemos en intentar tapar el sol con un dedo. Y un ejemplo donde resulta fácil entender que la marcha de las sociedades exige hacer reformas que permitan seguir dándole algún uso para evitar que acaben en estado de ruina es en muchos edificios públicos.

Ya pasó con las antiguas escuelas nacionales de los pueblos a lo largo y ancho de la España rural, localidades que, por pequeñas que fueran, además de la iglesia parroquial tenían un edificio grande o dos inmuebles más pequeños antaño llenos de niños hasta arriba pero que cuando el fenómeno de la despoblación empezó a vaciar las aulas se convirtieron en un problema para los municipios.

Ahí llegó la moda de hacer un teleclub para reunir a los vecinos en torno a la televisión, un bar, una sala de usos múltiples o un consultorio para ofrecer a los vecinos el servicio sanitario de la Seguridad Social que entonces empezaba a extenderse por todo el territorio nacional. Y nadie se rasgó las vestiduras ni salió a la calle para manifestarse en contra de hacer una cantina o la consulta del médico en un lugar donde antes había niños y maestros y entonces solo quedaban telas de araña.

Sin embargo, convertir las aulas de una escuela en desuso desde hace varios años porque no hay niños en un velatorio que, indiscutiblemente y por desgracia, estaría dando servicio cada dos por tres en un pueblo donde la pirámide demográfica está más que envejecida ya es motivo para agarrar la pancarta, recoger adhesiones y, lo peor de todo, hacer política con el caso, mientras exigimos a los que gobiernan que inviertan con prudencia y gasten el dinero en cosas útiles.

Supongo que saber que en tu pueblo va a ser mucho más útil un espacio en el que despedir sin retorno a vecinos y familiares que un lugar donde instruir y educar para el futuro es un tanto abrumador. Una metáfora igual de abrumadora que la situación de España en general y León en particular, sin que hayamos hecho nada por cambiarla.
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