22/10/2019
 Actualizado a 22/10/2019
Guardar
Hoy la tentación es escribir sobre Cataluña, sobre el espectáculo bochornoso que está dando al mundo entero. Una cosa es la libertad de expresión o la legitimidad de aspirar a la independencia, siempre por cauces legales, y otra el fanatismo ciego con consecuencias tan letales. Con todo el respeto a un pueblo que se ha caracterizado por el ‘seny’, por el sentido común, resulta desconcertante el observar la ceguera de aquellos catalanes de siempre o advenedizos a quienes los árboles no les dejan ver el bosque y no se enteran del ridículo y, lo que es peor, del daño que se están haciendo. Se diría que estamos ante una actitud semejante a la de aquellos fanáticos religiosos que se auto inmolan con sus chalecos bomba. Prefieren arruinarse o arruinar a los ciudadanos antes que renunciar a sus ideas fijas, muchas veces descabelladas.

No menos sorprendente es la actitud de aquellos dirigentes políticos a nivel nacional que se cruzan de brazos, hablando de proporcionalidad y serenidad, pero cuya palabrería hueca y su dejadez se debe fundamentalmente a sus cálculos electoralistas. Más sorprendente aun es la necedad de los españoles que se creen las mentiras de unos y de otros y siguen legitimando con sus votos a estos caraduras.

En medio de esta oscuridad, a pesar de las llamas de las barricadas, consuela saber que en el mundo hay gente buena que no solo no crea fronteras y barreras, sino todo lo contrario. Precisamente en la mañana del día del Domund puede escuchar la homilía de un sacerdote berciano, Tino, que ha pasado parte de su vida en África, concretamente en el Congo. Nos decía cómo se fue allí con veintidós años para hablarles de Jesucristo, teniendo en cuenta que no podía predicarles sin antes demostrarles que los quería, aprendiendo su lengua, hablando con ellos, preocupándose de sus problemas y ayudándoles, abriendo escuelas, hospitales, acercándoles el agua potable… Incluso ahora, desde España, Tino sigue trabajando para ayudarles a sacar adelante sus proyectos. Este mismo domingo se celebró en Ponferrada la XIII Marcha Solidaria en favor de esta causa con la participación de unas quinientas personas. Nada que ver con las manifestaciones de los violentos.

Mientras unos se encierran narcisistamente en sí mismos y en su insolidaridad, buscando sus propios intereses egoístas, guiados por el ansia de poder, provocando divisiones sangrantes incluso entre las familias, otros rebosan generosidad, apertura, fraternidad… Aún queda gente que piensa desinteresadamente den los demás.
Lo más leído