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Una derecha meliflua

25/10/2020
 Actualizado a 25/10/2020
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El Partido Popular de Casado y Egea anda silbando para que no le pisen. A salto de mata. Encogido. Acobardado. No se sabe si va o viene y pretende ser alternativa al PSOE, a las izquierdas todas cuando lleguen las generales, que es la hora de los sustos. De continuar con la actual y meliflua línea de actuación lo tienen crudo. Clarinete, dicho en lenguaje coloquial.

Les vienen dando palos a todas las horas y por todos los sitios. Y siguen educaditos. Les falta sangre en las venas y les sobra azúcar. Es una oposición de juguete, de pena y de lágrimas. Y en mayor medida –que es lo triste– desde que degradaron a Cayetana Álvarez de Toledo, una mujer que, a cara de perro, se las tenía tiesas con unos y con otros: socialistas, comunistas, separatistas e independentistas. Les va a costar –si es que lo encuentran– un portavoz de la altura intelectual y parlamentaria de esta diputada.

Y es que una de las peores cosas en esta vida es que se rían de ti en tu propia cara. Y los socialistas se vienen mofando –o descojonando, es igual– de un PP carente de ideas y de reacción. Viven en el limbo. Las últimas semanas se han parapetado en Génova y así les va. Con la mayor generosidad de análisis, los populares no ganarían nunca las próximas elecciones. Las perdería el PSOE, que es cosa distinta.

Hace unas fechas y con motivo de la sentencia del caso Gürtel, Ana Sánchez, secretaria de organización de los socialistas en Castilla y León, arreaba una mano de hostias a Mañueco y demás sacristanes, llamándoles indecentes, corruptos y varias cosas más. ¿Cuál fue la respuesta de los ‘amos’ autonómicos? Rezar, muy píos, el santo rosario. ¡Con lo fácil que hubiera sido desmontar el tenderete de Sánchez, por la inequívoca corruptela de su partido en España! Pues ni una palabra, oiga.

Esta misma semana, Casado viajaba a Bruselas para informar, in situ, de la barrabasada que el gobierno socialcomunista pretendía articular en el Consejo General del Poder Judicial. Y sale al paso la vicepresidenta primera, Carmen Calvo (la de Cabra, sí), tildándolo de antipatriota y manipulador. Y lo denunciaba quien se ‘arregla’ con partidos de vocación anti-española como Bildu, ERC y demás parentela. Y tan pichi la señora. ¿El PP? En silencio, como los monjes trapenses. ¡Qué falta de coraje y de compromiso para con sus electores!

La última, protagonizada por la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, es un insulto al país. Un vil y alevoso estacazo. La sujeta en cuestión tuvo el atrevimiento de asegurar frente a los periodistas, que Europa les prohibía bajar el IVA de las mascarillas. Menuda embustera. Vaya cara. Como el mármol. ¿Y los Casado y compañía? Vendimiando. Joder, que partido. ¡Qué nivel!
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