Una de cada tres familias leonesas con hijos ya los tenía antes de la relación

Una cuarta parte de los hogares de la provincia está formado por un único miembro

Isabel Herrera
19/06/2016
 Actualizado a 23/08/2019
También han crecido exponencialmente las familias monoparentales y el censo cifra en 5.412 los padres solos con hijos y en 19.921 las madres. | DANIEL MARTÍN
También han crecido exponencialmente las familias monoparentales y el censo cifra en 5.412 los padres solos con hijos y en 19.921 las madres. | DANIEL MARTÍN
El modelo tradicional de familia, en el que el padre era el encargado de establecer las normas del hogar y de conseguir el sustento, la madre se dedicaba a la crianza de los hijos y cuidado de la casa, y los hijos debían ser educados bajo las normas morales y éticas de la época, cada vez está más en desuso y a día de hoy conviven distintos modelos de familia en los que hay sólo una madre, sólo un padre, dos madres, dos padres o las parejas del padre o de la madre que, además, aportan otros hijos al matrimonio, entre otros.

Este cambio social cada vez está más aceptado y encuentra reflejo en el último censo de viviendas del INE (referido al año 2011), que cifra en cerca de 202.000 los hogares de la provincia de León, casi 55.000 unipersonales, el resto, con más de un miembro conviviendo y con múltiples versiones estructurales.

Las parejas reconstituidas eran antes un terreno acotado a los hombres o mujeres que tras enviudar formaban una nueva familiaDe hecho, las parejas reconstituidas son uno de los fenómenos emergentes y en el territorio leonés en más de uno de cada tres hogares con hijos, éstos no son hermanos de sangre, algo que antaño parecía reservado a hombres o mujeres que tras enviudar formaban una nueva familia, pero que ahora, con el divorcio, son cada vez más habituales. Según la estadística del INE, en la provincia de León residen 28.440 parejas con hijos (ya sea uno, dos, tres o los que sean) sin que ninguno sea en común.

Pero no es el único cambio experimentado en los últimos lustros. También han crecido exponencialmente las familias monoparentales y el censo cuantifica en 5.412 los padres solos con hijos y en 19.921 las madres. Y las familias homosexuales, que en 2011 había registradas 35 masculinas y 190 femeninas.
Es evidente que el concepto de familia se ha quitado el corsé y la realidad de las cifras demuestra que el hogar lo hacen las personas y no la estructura. Sin embargo, también es cierto que esta evolución supone para algunas personas un coste emocional por la estigmatización del entorno y que en aquellos casos en los que hay menores de por medio hay que tenerles en cuenta. La leonesa Ruth Fernández, del Centro de Psicología Matia, recuerda que de la misma forma que hace unos años pasaban por consulta muchas familias para pedir consejo acerca de cómo afrontar el explicar a su entorno y a su propio hijo del fenómeno de la adopción, ahora es habitual atender casos de niños afectados especialmente por procesos de divorcio o de reconstitución de familia que son los supuestos que, según su experiencia, más conflicto generan en los menores.

Por el contrario, aquellos que han nacido en el seno de familias monoparentales u homoparentales suelen presentar menos conflictos o problemas de adaptación, «pues lo han vivido con normalidad, y la normalidad lleva a normalidad», sostiene la psicóloga, que apunta también que muchas veces los problemas que surgen no están tan relacionados con la estructura familiar sino con la aceptación de fuera.

«Sea cual sea la estructura de familia, la normalidad lleva a normalidad» explica la psigóloga leonesa Ruth FernándezEn todo caso, con lo que sí se encuentran a menudo es con menores que llegan a consulta con algún tipo de conducta negativa que tiene como trasfondo un proceso de separación de los progenitores, e incluso sostiene que se pueden diferenciar según tres franjas de edad, pues los más pequeños, de entre cuatro y seis años, suelen presentar comportamientos regresivos; los preadolescentes normalmente llegan por algún problema escolar, y los adolescentes suelen acudir obligados por alguno de sus padres por el mal comportamiento que tienen en casa. Es en el seno de las familias tradicionales que presentan una ruptura donde cree que más se notan estos procesos de cambio, «porque en las familias reconstituidas, que puede ser que ya hayan pasado por ello, si los padres ejercen bien el cambio de roles, la nueva jerarquía, no surgen complicaciones».

En todo caso, y sea cual sea la circunstancia, Ruth Fernández concluye que la clave está en la educación que se le dé a los niños desde pequeños. «Un niño cuando nace no sabe lo que es ‘normal’ y lo que no es ‘normal’, es la creencia interna lo que deben trabajar los padres», y apunta además a otro error frecuente de los adultos, que es mantener completamente al margen a los niños, no explicarles nada, que es tan negativo como contarles más de lo que les corresponde por edad, «por eso insisto, normalidad lleva a normalidad, crezca donde crezca el niño». Sí añade, en todo caso, que tiene que haber un proceso, «un cambio brusco puede traer consecuencias», y en el caso de familias reconstituidas sostiene la importancia de «fijar los roles».
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