Una cuestión de retórica

Entre León y el Monte Ararat, en la frontera de Armenia y Turquía, hay más de 4.100 kilómetros de tierra y mares y varios países y culturas diferentes, que poco o nada tienen que ver con esta provincia. Pero Xavier Moret lo acercó un poco a estas latitudes en un programa pasado de Ser Aventureros, donde desgranó lo mejor de su libro ‘La Memoria del Ararat’ (Editorial Península), sobre la montaña a cuya sombra se desarrolló la cultura del país armenio y símbolo natural del mito de El Arca de Noe. De todo lo que dijo, que fue mucho y muy interesante, se me grabó una anécdota con la que ejemplificó la capacidad de apropiación de lo que no puede tener dueños –tan común hoy en ciertos sectores de la sociedad– que tienen algunos colectivos. Moret explicó queel escudo oficial de Armenia provocó la protesta del delegado de Turquía en las Naciones Unidas. Según Moret, el turco protestó «qué hace en el escudo de Armenia un monte que está en territorio turco» y el armenio replicó «creo que en la bandera turca también hay una media luna y no creo que esté en su territorio». Ole, el delegado armenio.

El afán del turco por patrimonializar el símbolo me recordó el ansia de presidentes, alcaldes, pedáneos y demás fauna por adueñarse de obras, actos y logros cimentados en el esfuerzo –impositivo, sobre todo– de las personas que lo han puesto ahí con sus votos para que cumpla el mandato del pueblo. Es una cuestión retórica, pero cuando un político me suelta lo de «les arreglé el polideportivo» o «he quitado la deuda» me tengo que moder la lengua para no recordarle que lo habrán hecho él y los doscientos vecinos que le han votado. Insisto, es una cuestión retórica, pero, si quieren pueden tomar nota,resulta igual de sencillo y queda mucho más digno sacar pecho con el plural mayestático, el «nosotros», o decir «el pueblo esto o el pueblo lo otro» igual que tantas veces dicen «el partido» como en «el partido tal no tiene caja b» o «el partido no sabía nada».