El
Festival de Cine de Astorga ha querido sumarse a los homenajes y reconocimientos varios que en los últimos años ha tenido la actriz madrileña
Marisa Paredes, a quien este sábado, durante la celebración de la gala de clausura de la XXII edición del Certamen Nacional de Cortometrajes en el
Teatro Gullón, se le hará entrega del
Premio de Honor a una dilatada trayectoria profesional tanto en el teatro como en el cine y la televisión. Si en 2017 la Semana Internacional de Cine de Valladolid tuvo a bien concederle la Espiga de Honor, un premio que ese mismo año también le fue ofrecido al director mexicano
Arturo Ripstein, con quien Marisa Paredes había trabajado en ‘Profundo carmesí’ y ‘El coronel no tiene quien le escriba’, y el pasado año fue la Academia de Cine español la que le otorgó el
Goya de Honor a una carrera jalonada por el riesgo y el prestigio, esta vez es el Festival de Astorga el que reconoce los muchos méritos artísticos de una actriz a la que algunos conocimos por sus frecuentes incursiones en el Estudio 1 de la televisión pública y que el paso de los años hizo que fuera reclamada por algunos de los mejores directores del cine español, entre ellos
Pedro Almodóvar, con quien mantuvo una larga y fructífera relación profesional que se materializó en interpretaciones tan recordadas como las realizadas para personajes como la cantante
Becky del Páramo de ‘Tacones lejanos’, la escritora
Leo Macías de ‘La flor de mi secreto’ o la actriz
Huma Rojo de ‘Todo sobre mi madre’. A la postre, sería el director manchego quien le abriría las puertas del mercado internacional, trabajando Paredes con directores como
Amos Gitai, Philipe Lioret, Raoul Ruiz, Roberto Benigni o los mexicanos Arturo Ripstein y
Guillermo del Toro, entre otros.

De su relación y complicidad con el director manchego, Marisa Paredes ha llegado a decir que en el trabajo Almodóvar «es muy expresivo, muy comunicativo y muy exigente, y eso crea unos lazos indestructibles que se quedan para siempre. Pedro ha significado muchísimas cosas. Sus películas se ven en todo el mundo, él me abrió la puerta al exterior y comenzaron las propuestas de Italia, Francia, Portugal, de Latinoamérica. Pero siempre teniendo un pie allí y el otro aquí».Tampoco ha rehuido proyectos arriesgados de directores que navegan a contracorriente dentro de la industria, como es el caso del mallorquín Agustín Villaronga en ‘Tras el cristal’ o del catalán Jaime Rosales en ‘Petra’. De su labor en esta última, Marisa Paredes ha reconocido que se trata de un trabajo diferente a todo lo que había hecho hasta entonces. «El propio Rosales me dijo que era la película más difícil que había realizado. Ha sido un descubrimiento porque la interpretación que quería Jaime de mí me ha hecho buscar y encontrar cosas que no imaginaba que podía expresar», declaraba a la revista de la institución de la que fue presidenta en una etapa especialmente agitada que coincidió con el posicionamiento de la sociedad española en general y del mundo del cine en particular contra la guerra de Iraq. «Me siento muy orgullosa porque dimos un paso adelante que enseguida siguió la sociedad. Todos pensaban que esa guerra y esas mentiras eran una barbaridad. Fue muy importante que en los Goya de 2003 se dijera ‘no a la guerra’. Un recuerdo imborrable».

La Semana Internacional de Cine de Valladolid tuvo a bien otorgar en 2017 sus dos premios honoríficos a la actriz madrileña y al director mexicano Arturo Ripstein. De Paredes el artífice de ‘Profundo carmesí’ dijo entonces que «tener una actriz de este calibre no es nada fácil . Para mí contar con Marisa Paredes fue una alarma y un descanso».
La actriz madrileña siempre ha reconocido que el único secreto para permanecer en la cima de la profesión tantos años es «trabajar y hacerlo con rigor, trabajar con directores que sepan realmente qué pueden sacar de ti, y que incluso en ese misterio que es siempre una película te descubran cosas que tú misma ignoras de ti, de tu forma de trabajar y de tu forma de ver la vida, que te abran tu mente y te enseñen cosas nuevas», concluye.