Un virus muy travieso

30/07/2021
 Actualizado a 30/07/2021
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Que a estas alturas aún no sabemos del todo cómo se mueve el maldito virus está bastante claro, aunque también es cierto que sabemos mucho más de lo que hace algo más de un año nos llevaba a dejar en cuarentena las bolsas de la compra y prácticamente prenderle fuego a las zapatillas con las que salíamos a la calle.

Hemos hecho muchas tonterías y parece que seguimos haciéndolas o al menos así ocurre a este lado del mundo en el que e celebre un evento del que quizás hayan oído hablar estos días, los Juegos Olímpicos. Para llegar hasta este momento en Tokio he tenido que pasar en los últimos 14 días por 7 test PCR, lo que unido a estar vacunado con la pauta completa podría dar a entender que podría gozar de cierta libertad en mi estancia aquí. Sin embargo, para la organización japonesa de los Juegos Olímpicos, soy un potencial elemento de peligro... según para quién. Es decir, puedo montarme en un autobús lleno de periodistas de todos los puntos del mundo con la distancia social como una utopía inalcanzable, pero puedo contagiar a un deportista estando a un metro de él, en un espacio abierto y estando ambos con mascarilla.

La cercanía de la mayoría de los deportistas leoneses que participan en estos Juegos es un auténtico lujo para un periodista como yo, pero es una pena no poder terminar de hacer lo que a mí me gustaría por normas que no termino de comprender. Este martes, en la villa olímpica de estos Juegos, mantenía una agradable conversación con el atleta Saúl Ordóñez no interrumpida menos de 10 veces por una amable voluntaria que se empeñaba en mantenernos a dos metros. Algo similar ocurre en la zona mixta de la sede de balonmano, donde espero tras cada partido a Mireya González. Me duele el hombro de las llamadas de atención para alejarme de la valla.

Entiendo perfectamente que se quiera proteger a los deportistas y pese a todo va a seguir habiendo (pocos) positivos que arruinen el sueño a algún olímpico. Sin embargo, tratar las cosas con más naturalidad ayudaría mucho a todos a vivir esta experiencia de forma más sana.
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