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Un virus contra la libertad

28/04/2020
 Actualizado a 28/04/2020
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En mi barrio todas las tardes, a eso de las ocho, la gente sale a los balcones, cantan, aplauden, ponen música a tope, juegan al bingo, y, si alguien cumple años, le cantan el ‘Cumpleaños feliz’. Pero, además, a esta ‘fiesta’ se une el cántico de las sirenas de bomberos, policía, ambulancias… Porque, independientemente de que esto guste más o menos, el coronavirus no se trasmite a través de los altavoces ni de las sirenas.

Recientemente se ha difundido a través de las redes un video grabado en la parroquia de San Jenaro de Madrid. El cura puso un altar en el pórtico de su iglesia y mediante un equipo de megafonía la misa llegaba a las gentes que desde los balcones participaban con interés. Evidentemente este tipo de misas tampoco es transmisor del Covid 19. Pero hete aquí que llegan dos policías municipales e interrumpen la misa y le piden al cura el carnet de identidad, prohibiéndole seguir. Aun suponiendo que tuvieran razón, interrumpir una misa es una falta total de educación y de respeto. Lo lógico sería esperar al final. No sabemos si los policías actuaban como mandados o si fue un acto de prepotencia de cosecha propia. La gente protestó contra los policías, pero el cura los defendió. Todo un ejemplo de caballerosidad, o de ingenuidad, a pesar de que no estaba infringiendo la ley, pues el artículo 11 dice así:«La asistencia a los lugares de culto y a las ceremonias civiles y religiosas, incluidas las fúnebres, se condicionan a la adopción de medidas organizativas consistentes en evitar aglomeraciones de personas, en función de las dimensiones y características de los lugares, de tal manera que se garantice a los asistentes la posibilidad de respetar la distancia entre ellos de, al menos, un metro».

La noticia quedaría incompleta si no fuera porque a continuación llegaba otro video en el que en un pueblo de Cataluña un imán, en plena calle, con la ayuda de la megafonía, realizaba su correspondiente ceremonia religiosa con motivo del Ramadán. La gente, incluida la policía, escuchaba respetuosamente en silencio. Y nos parece bien, porque valoramos la libertad. Evidentemente nos encontramos ante otra vara de medir, habida cuenta de que en este momento los cristianos en España llevan las de perder.

Aprovechar la aparición de un virus maligno para atacar sin causa justificada la libertad de las personas es un ejercicio de tiranía y de indecencia política. Y muchos temen que en este momento la libertad y la democracia estén corriendo un serio peligro.
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