05/05/2020
 Actualizado a 05/05/2020
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En España al coronavirus se ha añadido otro virus no menos dañino, formado por dos gobernantes. Ellos mismos se definen. El señor Iglesias nunca ha negado su pretensión de implantar en España la dictadura comunista. Lo ha dicho claramente: «Yo soy comunista». «Es muy interesante vivir en un país como Venezuela, donde se están produciendo tantos cambios y tantas transformaciones que pueden convertirse en un ejemplo democrático para los ciudadanos del sur de Europa». «Decir ‘exprópiese’, es decir ‘democracia’». «Me gustaría que un partido de izquierdas ganara las elecciones y me nombrara director de una televisión pública, eso es lo que más me gustaría». «Incluso que existan medios privados ataca a la libertad de expresión directamente». «Yo no he dejado de autoproclamarme comunista nunca. ¿Y cuándo los comunistas han tenido éxito? En momentos de excepcionalidad. En momentos de crisis. Y estamos en momentos de excepcionalidad. No tiene que ver con establecer alianzas con nadie, sino con empujar las contradicciones que tienen los adversarios. Un discurso que aproveche de alguna manera esas grietas que aparecen en momentos de excepcionalidad como éste».

Pues bien, quién esto ha dicho hoy es vicepresidente del gobierno de España. Ha hablado mucho de defender a los pobres, aunque ahora se ríe de ellos, instalado en un lujoso chalet, metiendo también a su pareja en el consejo de ministros. Pero esto no sería posible si no fuera porque hay alguien que, aunque lo aborrezca, necesita de su apoyo para poder vivir en un palacio como presidente del gobierno. De él ha dicho Pedro Sánchez: «yo no dormiría tranquilo si hubiera aceptado una coalición con Pablo Iglesias». Y en otro momento dijo también: «ni antes ni después el Partido Socialista va a pactar con el populismo. El final del populismo es la Venezuela de Chávez, la pobreza, las cartillas de racionamiento, la falta de democracia».

En efecto, son muchos los venezolanos que nos dicen que así empezaron ellos. El populismo ya está en el poder, tratando de dominar y manejar a su antojo los medios de comunicación, desacreditando públicamente a la monarquía y a la justicia, importándoles un pimiento la unidad de España, haciendo la vida a imposible a los grandes creadores de riqueza y trabajo que son los empresarios… Les interesa que haya pobres para tenerlos atados con limosnas. Y no tienen escrúpulos en aprovechar este momento para sacar urgentemente una nueva ley de educación que les permita manipular a los estudiantes, cercenando la libertad.
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